Tras el impulso de la educación online durante estos meses de pandemia, las familias consideran que ha llegado el momento de que los centros educativos integren completamente la tecnología dentro de las aulas, según un informe realizado por Compartir.
El estudio se desarrolló en los meses de abril y mayo de 2021 entre familias de México, Colombia, Perú y Argentina usuarias de Compartir, mediante técnicas cualitativas y cuantitativas.
El objetivo era explorar y conocer la experiencia de padres y madres durante la pandemia en dos ámbitos principales: el educativo y el social/familiar.
La educación en tiempos de la COVID-19
Desde un punto de vista educativo, la mayoría de los consultados señalan dos momentos muy diferenciados durante la pandemia:
- El inicio de la educación a distancia, marcado por el caos y la toma de decisiones precipitadas. Consideran que fue un proceso de adaptación “complejo y dificultoso”, tanto para ellos como para los centros educativos, debido a la falta de una cultura digital sólida.
- Una segunda etapa de mayor estabilidad y eficiencia en los procesos de enseñanza-aprendizaje, en la que se pone en valor el buen hacer por parte de los colegios. Las familias reconocen el esfuerzo de los profesores por reinventarse y por potenciar la comunicación directa con ellas.
En todo este proceso, destacan de manera unánime a los alumnos como los protagonistas de la educación online por su actitud colaborativa y su capacidad de adaptación.
Creen que esta experiencia les ha servido para adquirir competencias digitales, una mayor motivación ante el formato digital y una actitud colaborativa y proactiva.
Con la educación a distancia “van más allá del estudio”, al no limitarse a la adquisición de aspectos básicos curriculares.
La tecnología en el día a día del aula
Los padres y madres consultados también coinciden en resaltar el papel clave de la propuesta Compartir durante la pandemia, que ha permitido a sus hijos afrontar con facilidad y solvencia las clases a distancia.
Para el 83,8% de las familias usuarias, los centros educativos con este proyecto cubren bastante o totalmente sus necesidades.
Ante la percepción de valor añadido, 3 de cada 5 familias señalan la necesidad básica de que los colegios y escuelas integren de manera cotidiana, normalizada e intensiva la tecnología en el día a día del aula, una vez se vuelva a la presencialidad plena.
De hecho, este estudio confirma que la tecnología ha sido un fenómeno clave durante la pandemia, debido al auge del teletrabajo y la educación a distancia, así como por su importancia en el ocio y la comunicación con familiares y amigos.
Criterios para elegir un centro educativo
El informe también indaga en el proceso de decisión que viven las familias a la hora de elegir un centro educativo para sus hijos.
La primera cuestión que deben valorar es si el centro educativo será público o privado. Las madres y padres consultados en el estudio, de estrato socioeconómico medio, tienden a centrarse en colegios privados.
Dentro de esta oferta educativa, valoran las distintas opciones en función del “boca a boca” y, sobre todo, de la visita a los colegios, un hito clave en el proceso de selección.
Entre las características de los centros más valoradas, destaca la proximidad al hogar. Es la más relevante para el 68% de los encuestados, seguida de las instalaciones (63,3%) y del trato cercano a las familias (59,6%).
De la oferta educativa, el aspecto más importante es, con diferencia, el proyecto y la metodología de enseñanza. Más de un 93% de las familias lo consideran el primer factor a considerar. También son destacables los resultados académicos (74%) y la apuesta por el inglés (48,3%).
En lo que respecta a la identidad del centro, más del 80% de los padres y madres prestan especial atención a los valores que se promueven. El 61% prioriza a aquellos centros que cuidan y protegen más a los alumnos, mientras que el 58% valora más la sensación de disciplina y control.
Actitud y ocio durante la pandemia
Uno de cada cuatro encuestados reconoce que la pandemia de la COVID-19 ha supuesto un duro golpe en la economía familiar, ya sea por la pérdida de empleos o por un mayor número de gastos.
Desde un punto de vista emocional, el malestar parece generalizado. Un 46,6% de los consultados manifestó sentir “incertidumbre” en esta situación y un 45,5% se inclinó más por el “aislamiento”, al haber visto cómo la pandemia afectó a sus relaciones sociales. Además, un 43,3% aseguró haber desarrollado algún episodio de estrés o depresión.
Sin embargo, el tiempo de confinamiento ha sido percibido también como una oportunidad de reencuentro familiar: el ocio ha quedado relegado al plano del hogar y se han desarrollado distintas actividades en familia como cocinar, realizar ejercicio físico o hacer manualidades.
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Al mismo tiempo, este mayor tiempo en familia ha reforzado la necesidad de compensar actividades grupales con otras más individuales, como la lectura, el visionado de series o el uso de la tecnología.
Los principales puntos positivos destacados de esta etapa han sido poder pasar más tiempo de calidad con los hijos (74,3%) y conocer mejor su proceso de enseñanza-aprendizaje (60,6%).
Fuente: Santillana