Según el diccionario de la lengua española esta golosina se describe como un dulce de claras de huevo y azúcar.
Afortunadamente nuestro país es uno de los pocos que puede darse el gusto de saborearlo.
Su origen sería conventual pero se popularizó al venderse en plazas, parques y mercados especialmente de la sierra ecuatoriana.
Antes de que exista la batidora, el instrumento para lograr un merengue espumoso, ligero y con sabor a fruta, eran las manos.
Hoy experimentamos con algunos sabores pero sin olvidar la esencia de una buena espumilla.