BOHONIKI, Polonia. Un imán polaco recitó oraciones el martes ante el pequeño ataúd blanco de un niño iraquí nonato, la última vida cobrada en un momento en que los migrantes del Medio Oriente intentan escabullirse de forma ilegal a la Unión Europea para encontrarse con un camino bloqueado por soldados en los bosques de Polonia y Bielorrusia.
Luego de que cayera la primera nevada de la temporada durante la noche, Aleksander Ali Bazarewicz, el imán, esperó con la a que llegara el padre del niño — en un centro de refugiados y con su esposa hospitalizada en condición grave. Cuando no apareció, Bazarewicz dirigió el funeral frente a una vieja mezquita de madera y después en el cementerio.
“Otra víctima”, declaró Bazarewicz, quien nueve días antes dirigió las oraciones de la primera víctima de la migración en ser enterrada en el mismo cementerio, un refugiado sirio de 19 años. “Pensamos que esto sólo sucedería una vez, pero ahora este sector se vuelve cada vez más grande”, dijo parado frente a cuatro simples montículos de entierro, cada uno rodeado de piedras y cubiertos con ramas de pino.
Ahora los cuatro descansan juntos al borde del cementerio musulmán más grande de Polonia, que pertenece a una comunidad de tártaros que durante siglos ha vivido en los bosques en el oriente del país.
“Descansarán entre sus hermanos tártaros”, comentó.
No hay una cantidad exacta de los migrantes y refugiados que desde el verano han viajado a Beilorrusia para intentar entrar a Polonia, Lituania o Letonia, los tres países fronterizos con la Unión Europea.
La UE considera que la migración es una trama librada por el gobierno autoritario del presidente de Bielorrusia Alexander Lukashenko. Polonia ha ordenado un estado de emergencia a lo largo de su frontera para evitar que entren migrantes y para evitar que familiares, o traficantes, se acerquen a la frontera para facilitar su travesía hacia el occidente. La mayoría quiere llegar a Alemania u otras partes de Europa occidental, en algunos casos para reunirse con familiares.
Conforme Polonia intensifica su presencia militar en el área, muchos migrantes han quedado atrapados en el bosque, empujados de un lado a otro por fuerzas bielorrusas y polacas.
La Guardia Fronteriza polaca ha reportado desde septiembre unas 10 muertes, pero no los identifican. Mientras tanto, grupos humanitarios y la prensa polaca han reportado más casos, pero es difícil verificar esas muertes.