Nos hemos acostumbrado tanto a su presencia qué es difícil establecer un límite entre su utilidad y el riesgo de caer en el uso excesivo o incorrecto de dispositivos y pantallas.
¿Cómo establecer si esa conexión excede lo saludable?
¿Por qué se convierte en un detonante para la aparición de patologías físicas y mentales como insomnio, problemas en los ojos, piel, adicción, ansiedad y depresión?
Estas son las señales de alerta frente a las enfermedades tecnológicas.
