El embarazo adolescente cuesta a Ecuador, el segundo país con la tasa más alta de esa «lacra» después de Brasil.
Son más de 270 millones de dólares anualmente, aseguró este jueves a Efe el representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Joaquín González.
Basado en datos oficiales, aseveró que, en 2018, en Ecuador 6 niñas de entre 10 y 14 años dieron a luz cada día, así como 148 adolescentes de entre 15 y 19 años.
Cifras preocupantes
Ese mismo año, la gaceta sobre muerte materna del Ministerio de Salud Pública (MSP) señaló que hubo 154 decesos, entre ellos tres de niñas de entre 10 y 14 años, y 16 adolescentes.
Y si las cifras de embarazo adolescente ya son «preocupantes», González teme que hayan empeorado durante el confinamiento a causa de la covid-19, que ha obligado a muchas niñas y adolescentes a permanecer encerradas con sus victimarios.
Costos millonarios
Un estudio desarrollado por Unicef y el Fondo de Población de las Naciones Unidas, con el apoyo técnico del MSP, ha evidenciado que el embarazo adolescente representa un alto costo para el Estado por los egresos en la atención en salud y por la pérdida de oportunidades.
Según la investigación, los costos totales anuales debido al embarazo en la adolescencia y la maternidad temprana ascienden a cerca de 270 millones de dólares, equivalentes al 0,26 % del PIB nominal.
De esa cantidad, 187 millones de dólares están relacionados con el costo de oportunidad en la actividad productiva: inactividad laboral, desempleo y brecha de ingresos entre mujeres que tuvieron su bebé en la adolescencia y las que fueron madres en la edad adulta.
El costo sanitario
Los restantes 83 millones de dólares representan el costo sanitario para el Estado debido a los gastos de atención en salud por embarazo, parto y posparto en la adolescencia y la pérdida social o productiva por la mortalidad materna en adolescentes.
A ello se suma que el Estado ecuatoriano deja de percibir 9,6 millones de dólares al año en ingresos fiscales.
Con estos datos, la ONU quiere incidir en que el embarazo adolescente no es sólo un problema de salud pública sino uno de violación de derechos, que tiene «grandes consecuencias económicas».
Impacto social
Entre las principales consecuencias del embarazo adolescente figura la deserción estudiantil, que posteriormente deriva en problemas para acceder al mercado laboral.
«Es un potencial tremendo que se pierde de potencial humano para el país, es un trauma que las niñas se llevan, es un riesgo para sus propias vidas», comentó González.
Las mujeres que fueron madres en la adolescencia están en desventaja frente a quienes postergaron su maternidad hasta la edad adulta.
Según el estudio, quienes no fueron madres en la adolescencia tienen 6 % más probabilidad de terminar la educación primaria y secundaria y 11 % más de llegar al nivel de educación superior.
El costo de oportunidad de la educación debido al embarazo en adolescencia y la maternidad temprana por abandono y rezago escolar representó una pérdida económica para el país de 59,6 millones de dólares en 2017.
Las diferencias también están en los ingresos: mientras que el ingreso medio anual de quienes fueron madres en edad adulta es de 5.189 dólares, el de las mujeres que lo fueron en su adolescencia es de 4.015, una brecha del 23 %.
A González le preocupa que el embarazo está subiendo entre las niñas de 10 y 14 años debido a un auge de la violencia sexual y de la desprotección de las menores.
Una lacra
Una buena educación sexual y afectiva, buena información, empoderamiento de las menores, así como con una mayor concienciación en la sociedad y el Estado, son algunos de los mecanismos fundamentales con los cuales se puede prevenir la violencia y el embarazo adolescente, al que González llama «una lacra».
«Igual que ponemos a un niño una vacuna para que no contraiga enfermedades, tendríamos que trabajar también la prevención de la violencia porque es un estrés tóxico que se instala en el cerebro de niños y niñas durante su crecimiento, que les impide desarrollarse plenamente como personas», dijo.
Y destacó igualmente la importancia de denunciar la violencia pues se crea más conciencia en la sociedad y el Estado, que avanza en mecanismos para evitar la revictimización de los afectados.
La alta tasa de embarazos adolescentes deja ver a una sociedad permisiva con el tema, comentó el representante de la Unicef antes de lamentarse de que globalmente hay «una poca conciencia de que los niños y niñas son sujetos de derechos y no objetos de protección«.
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EFE