Una pandemia, que se creía totalmente controlada en 1940, vuelve a causar estragos con varios casos en países del mundo, se trata de la escarlatina.
En 2011 se detectaron nuevos casos de escarlatina en países de Asia, en ese entonces se creía que era algo que se podía controlar, pero solo fue el principio de un brote que causó estragos en localidades de otros continentes también.
Según El doctor Stephan Brouwer, «Después del 2011, el alcance global de la epidemia se hizo evidente con los informes de un segundo brote en el Reino Unido, a partir del 2014, y ahora hemos descubierto brotes aislados aquí en Australia»
Los expertos sostienen que los «clones» sobrealimentados de la bacteria Streptococcus pyogenes son los responsables de que la escarlatina, que en su momento fue pandemia, haya pasado de una etapa controlada a nuevos escenarios de epidemia con brotes en varios países.
La escarlatina afecta en su mayoría a niños de entre cinco y diez años de edad y se caracteriza por producir sarpullido rojo brillante en casi todo el cuerpo, dolor de garganta y fiebre. Se transmite a través de gotas de saliva que se expulsan cuando una persona contagiada tose o estornuda.
«Mark Walker, invetsigador, enfatizó que las medidas, tomadas para acabar con la propagación del coronavirus, también ayudaron a frenar los brotes de escarlatina. Sin embargo, mostró su preocupación de que la enfermedad regrese una vez se levanten las restricciones. En su opinión, una vacuna sería una solución «fundamental» para poder vencerla», publica el portal de RT.
Al igual que el COVID-19, la escarlatina depende de una vacuna para su erradicación.