La muerte de dos adolescentes en Francia y Estados Unidos suena como una cruel confirmación de las advertencias de la OMS a la juventud: el coronavirus golpea sobre todo a las personas mayores, pero está lejos de ser una enfermedad benigna para los demás.
Las muertes por COVID-19 son excepcionales entre los jóvenes, pero «las formas graves de la enfermedad que llevan a una hospitalización e incluso a la muerte pueden producirse entre los adultos de cualquier edad», alertan las autoridades sanitarias estadounidenses en un informe.
El perfil tipo del enfermo del coronavirus «no ha variado». Se trata sobre todo de una «persona mayor con enfermedades preexistentes», explicó el viernes el doctor francés Bruno Riou, tras el anuncio la víspera de la muerte de una joven de 16 años en un hospital de París, que se sumó a la de un adolescente en California esta semana.
Pero «a partir del momento en que hay cada vez más pacientes afectados, hay más pacientes graves (…) y naturalmente tendremos algunos pacientes en estado muy grave entre los más jóvenes», dijo Riou, director médico de la crisis en la red de hospitales AP-HP.
En Estados Unidos, los adultos entre 20-44 años representaban un 29% de los casos confirmados, de los cuales 20% se hallaban hospitalizados y 12% en cuidados intensivos, según un informe del Centro de Control y de Prevención de Enfermedades, de una muestra de 2.500 pacientes establecida el 16 de marzo.
Los menores de 20 años solo representaban menos de 1% de las hospitalizaciones y ninguno se hallaba en cuidados intensivos.
En Francia, entre casi 14.000 casos confirmados el 20 de marzo, 30,6% tenían entre 15-44 años, según datos de la agencia Salud Pública Francia. Y entre una muestra de 362 personas en reanimación, 8% pertenecían a esta franja de edad, de la cual la mitad no sufría ningún factor de riesgo conocido (diabetes, enfermedad cardíaca, obesidad…)
Pero entre los casos menos severos, se multiplican los testimonios que advierten que el nuevo coronavirus es más grave que un simple resfriado.
«La COVID-19 no es una broma», dijo en Twitter el campeón sudafricano de natación Cameron van der Burgh, de 31 años, describiendo «de lejos el peor virus que jamás» contrajo, «pese a tener buena salud con pulmones sólidos (sin tabaco/con deporte)».
Fiebre alta, cansancio, dificultades respiratorias… Muchos aluden a estos síntomas que impiden al menos temporalmente una vida normal.
En las últimas semanas se multiplicaron los llamamientos a los jóvenes para que tomen conciencia de las recomendaciones sanitarias para proteger a las personas más frágiles pero también a ellos mismos.
«Este virus los puede mantener en el hospital durante semanas e incluso mataros», alertó el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus.
«Jóvenes, esto también los puede golpear. Sabed que vuestro comportamiento puede salvar una vida y puede costar una vida. Y que esta vida puede ser la vuestra», dijo el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti.
En Estados Unidos, las imágenes de jóvenes realizando actividades colectivas durante sus vacaciones universitarias chocaron. Así como en Francia los adolescentes que se dan cita en los grandes parques o para disputar un partido de fútbol entre dos inmuebles.
Esta actitud despreocupada puede haberse visto alimentada por los mensajes que se enviaron desde el inicio de la epidemia, subrayando que esta golpea sobre todo a los ancianos.
De hecho «el costo/beneficio del confinamiento es más elevado entre los jóvenes: si piensan solo en sus intereses egoístas, son quienes más pueden seguir saliendo», explica Romain Espinosa, investigador de comportamientos sociales del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia.
Pero cualquier adulto joven con buena salud «tiene la obligación social y moral de actuar de manera responsable y de practicar el distanciamiento social (…) Como mínimo, evitará o interrumpirá una cadena de transmisión», según Alan McNally, director del Instituto de Microbiología de la Universidad de Birmingham.
«Y además puede evitar caer enfermo seriamente y que los médicos deban elegir entre quién es prioritario para recibir un tratamiento», según el investigador. AFP