Estados Unidos rebasó el miércoles una perturbadora marca: 100.000 fallecimientos por coronavirus.
La cifra, casi con seguridad una cantidad menor a la realidad, es el mejor cálculo. Representa una sombría realidad de que el virus ha cobrado la vida de más estadounidenses de los que murieron en las guerras de Vietnam y Corea en conjunto.
“Es un récord sombrío”, dijo Josh Michaud, director asociado de políticas de salud global en la Fundación Familiar Kaiser, en Washington. “Es un impresionante recordatorio de lo peligroso que puede ser este virus”.
A nivel mundial, el virus ha infectado a más de 5,6 millones de personas y ha matado a más de 350.000, y Estados Unidos tiene, por mucho, el mayor número de infecciones confirmadas y fallecimientos, según un conteo de la Universidad Johns Hopkins. Europa ha registrado alrededor de 170.000 decesos, mientras que Estados Unidos rebasó los 100.000 en menos de cuatro meses.
El saldo real de muertes por el virus, que surgió en China hacia finales del año pasado y cuya presencia en Estados Unidos se reportó por primera vez en enero, es presumiblemente mucho mayor, debido a que los expertos aseguran que muchas de las víctimas murieron por COVID-19 sin que se les haya realizado una prueba de diagnóstico.
A finales de marzo, Estados Unidos rebasó a China con 3.500 decesos. Ahora, Estados Unidos no sólo tiene el mayor número de muertes, sino también la mayor cantidad de casos confirmados de COVID-19 a nivel mundial, con cerca de un 30% del total global.
En los inicios del brote de coronavirus, el presidente Donald Trump minimizó la severidad del coronavirus y dijo que no era mucho peor que la influenza común. Previamente había pronosticado que el país no llegaría a esta cantidad de muertos. Apenas en marzo, el doctor Anthony Fauci. el principal experto en enfermedades infecciosas del gobierno, advertía que el COVID-19 podría cobrar más de 100.000 vidas en el país.
“Creo que estaremos muy por debajo de ese número”, dijo Trump el 10 de abril. Diez días después, declaró: “Vamos hacia las 50 o 60.000 personas”. Otros 10 días después: “Probablemente tengamos entre 60.000 y 70.000”.
Sus detractores han dicho que el número de muertos se disparó debido a la lenta respuesta de Trump, a lo que el mandatario ha respondido en Twitter que, sin sus acciones, la cifra sería 20 veces más alta. El presidente ha instado a los estados a reabrir sus economías después de meses de restricciones a la movilidad.
El virus causó daños particularmente graves en la ciudad natal de Trump, Nueva York, y sus suburbios, donde ha matado a más de 21.000 personas. En su punto más alto, cientos de personas morían a diario en la ciudad de Nueva York, y los hospitales, ambulancias y servicios de emergencia resultaban rebasados por el número de pacientes.
La zona metropolitana de Nueva York, que cuenta con alrededor de 20 millones de habitantes en una región que incluye los suburbios del norte, Long Island y el norte de Nueva Jersey, ha sido la región más afectada del país y ahí se encuentran alrededor de una tercera parte de los casos fatales de Estados Unidos.
No existe vacuna o tratamiento contra el COVID-19, aunque se han utilizado varios tratamientos de emergencia después de arrojar resultados promisorios en las pruebas preliminares.
A nivel mundial, ya se realizan pruebas en alrededor de una docena de posibles vacunas. Las autoridades de salud han dicho que los estudios para una posible vacuna podrían concluir hacia finales del año o a inicios de 2021.
En la mayoría de las personas, el coronavirus causa síntomas leves o moderados, como fiebre o tos, que desaparecen en dos o tres semanas. En otros casos, particularmente en adultos y pacientes con problemas de salud preexistentes, puede provocar cuadros más severos, incluyendo neumonía, o la muerte.