El día que se supone debía ser el más feliz en la vida de Carmen (nombre protegido) se convirtió en una pesadilla que casi la lleva al suicidio.
Corría agosto del 2018 y Carmen festejaba la fiesta de su matrimonio con familiares, amigos y conocidos en Quito. La celebración se realizaba con alegría, pero de un momento a otro ella y su esposo perdieron el conocimiento. Al parecer, fueron drogados con una bebida.
Nadie se percató de la intoxicación. Sus familiares pensaron que se encontraban pasados de copas y los llevaron a una habitación para que descansaran. Ese fue el momento en el que el presunto violador aprovechó para abusar de la mujer, sin importarle que el marido se encontraba a su lado.
Carmen no recuerda nada, solo que al día siguiente tenía malestar en todo el cuerpo. Tenía moretones y sentía dolor. Al despertar, su esposo no sabía dónde se encontraba.
Aunque ella no recordaba nada, el presunto agresor fue descubierto por sus familiares, quienes entraron a la habitación cuando la violaba. Allí se percataron de que se trataba de un vecino suyo.
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El juicio ha sido un martirio
Carmen denunció a su agresor al día siguiente de la boda, pero han pasado cuatro años sin que el juicio se termine. Los retrasos se iniciaron poco después de que presentó la demanda. La mujer contó que tuvo que esperar cuatro días por sus exámenes toxicológicos y ginecológicos.
Para su revisión fue citada en el edificio de Medicina Legal de la Policía, donde funciona la morgue, en la avenida Mariana de Jesús. Carmen sintió terror cuando se percató de que en la camilla donde iba a ser revisada, poco antes había estado un cadáver.
Ella contó que fue una experiencia traumática y humillante. Pero lo peor fue cuando sus exámenes desaparecieron. Ante la exigencia de Carmen, finalmente encontraron unas pruebas, pero sorprendentemente, relató, los resultados no arrojaron rastros de droga.
El juicio siguió por meses sin que existan indicios de que llegaría a un final. El desinterés, la angustia y la desesperación llevaron a Carmen a pensar en suicidarse. Fue a un puente a terminar con su vida, pero un policía impidió que saltara al vacío.
Un acoso permanente
El juicio que impulsa Carmen ha sido complicado no solo por la lentitud del sistema judicial, sino porque, a quien identifica como su atacante era su vecino. Esta cercanía provoca que reciba un constante acoso por parte de las personas allegadas a su demandando. Por eso, ella espera que su caso no quede en la impunidad y que se haga justicia.
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