Por Patricia Armijo B.
El drag queen es un arte caracterizado por la representación de un personaje femenino. Es una actuación. Y aunque tiene rasgos hiperbólicos, se trata de un performance que busca expresar ideas. Una muestra de ello se verá este sábado 1 de julio de 2023 en las marchas del Orgullo 2023 previstas en Quito y Guayaquil.
A diferencia de lo que se cree, el drag queen no tiene nada que ver con la orientación sexual o identidad de género. Se trata de una exposición artística que aún arrastra tabúes en la sociedad.
Para Sarahí Bassó, esta expresión consiste en un proceso que, además, acompaña las luchas de la población Lgbtiq+. A través del personaje se difunde un discurso y una representación política y social.
Además es una expresión cultural que no busca ofender o denigrar ni a las mujeres ni a las personas trans, indica Bassó. «No solamente eres la persona que habla, sino que creas un personaje que también tiene su voz. Es ponerse en los zapatos de otra, pensar en cómo sería tu vida desde esa dualidad humana», explica.
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Daniel Moreno hace arte drag desde hace 25 años. Ha sido actor durante tres décadas y es director de Dionisios Arte-Cultura-Identidad. Su show es cómico y entretenido. Pero sabe impactar al público cuando relata duras experiencias del pasado. No deja el buen humor y ánimo para exponer la más dura realidad de su alrededor.
También valora el diario vivir de las mujeres en la sociedad. «Es mirar la carga social que lleva esto. Maquillarse, vestirse, ponerse faja, tacos, medias nailon», reflexiona, mientras se prepara para salir al escenario.
Su proceso antes de cualquier show es largo y complejo. El maquillaje lleva más de una hora. Luego tiene que vestirse y colocarse accesorios, zapatos y peluca. Lo más difícil, en su caso, fue la aceptación de su familia. Y aunque lo logró, lamenta que «sigue siendo difícil trabajar con la sociedad».
Un poco de historia
Tras la despenalización de la homosexualidad en Ecuador, en 1997, la situación ha cambiado. Lo más difícil sigue siendo la aceptación de la comunidad en la que viven los artistas y las personas Lgbtiq+.
Haciendo memoria en la historia de Ecuador, Moreno recuerda que fueron épocas difíciles para hacer drag queen. «Muchas compañeras eran capturadas y botadas en La Alameda. Otras eran violadas con el tolete embarrado en gas pimienta», cuenta con un quiebre inevitable en su voz.
Los shows se hacían a escondidas en esa época. «Éramos las enfermas, las traumadas, las pecaminosas y siempre había esos descalificativos».
Pero no siente el cambio ahora mismo. «Una cosa es lo que está en el papel escrito y otra es lo que se vive día a día», dice Moreno. Considera que la historia es algo que debe irse construyendo, y él sigue aportando para ese cambio.
Aunque admite que se han ganado espacios, a diferencia de hace 25 años cuando era peligroso salir a la calle. Ahora puede presentarse en diferentes escenarios. Con valentía dice lo que piensa y hace denuncias sociales también.
«Tienes (como población Lgbtiq+) que demostrar doblemente que eres capaz. En el caso de las personas trans el trabajo es triple», denuncia. Lo único que pide, junto a sus compañeros, es el reconocimiento y apoyo de la sociedad y de las autoridades.
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