Aunque la pandemia del nuevo coronavirus ha dejado millones de desempleados en Chile, el matrimonio compuesto por Denisse y Mario se las ingenió para sobrevivir después de que una cuarentena les impidió abrir su puesto callejero: ahora desinfectan vagones del subterráneo de la capital chilena a cambio de una propina.
Todas las mañanas, de lunes a viernes, la pareja se esconde en un recoveco de alguna estación de la línea 5 y ambos se enfundan con un traje desechable, guantes y mascarilla y empiezan jornada de limpieza, que se prolonga por ocho o nueves horas.
Algunos pasajeros se sorprenden. Otros ya los ubican. “La mayoría nos felicitan, pero también hay gente que no quiere que uno se les acerque”, dijo el lunes a The Associated Press Denisse Leal, de 30 años.
En su rutina diaria, él —de 33 años— limpia con amonio cuaternario los pasamanos del carro mientras ella vierte gotas de alcohol gel en las manos de los usuarios.
La pareja es muy cuidadosa. Si ven guardias en alguna estación o dentro de los vagones, no entran. En casi cuatro meses los han expulsado sólo en dos ocasiones. Los vendedores y cantores populares están prohibidos en el metro chileno.
Chile perdió el último año 2,3 millones de empleos: un millón de desempleados y 1,3 millones que no salen a buscar trabajo por miedo al contagio y porque centenares de miles de empresas están cerradas por la cuarentena vigente en el gran Santiago. A ellos se suman 700.000 personas que, para evitar ser despedidas, se vieron obligadas a acogerse a una ley que les entrega un seguro mensual de cesantía decreciente, que últimamente reciben en torno al tercio de sus ingresos en marzo. Antes de la llegada de la pandemia, los desempleados bordeaban los 700.000.
David Bravo, director del Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la Universidad Católica, precisó que el impacto económico de la pandemia se refleja en que hace 12 meses en Chile había nueve millones de ocupados y hoy hay 6,7 millones. “Esos 2,3 millones son personas que antes tenían ingresos, hoy no los tienen”, señaló.
Denisse y Mario reúnen entre 20 y 30 dólares en propinas por día. Cuando atendían su pequeño negocio, ubicado en la salida de una estación del subterráneo, ganaban entre 115 y 190 dólares por jornada. Antes de la llegada de la pandemia en marzo recorrían Chile vendiendo maquillajes y accesorios telefónicos en las fiestas religiosas, muy comunes especialmente en el norte y sur chilenos.
La mujer, hija de comerciantes, dice que desde comienzos de mayo, cuando empezaron su labor de limpieza, hacen alcanzar el dinero compartiendo los gastos de comida con su mamá y su abuela, quienes cuidan a sus hijos Tomás de 3 años, y Benjamín, de 13, mientras ellos trabajan. Una pequeña porción de las propinas se la pasan a su madre. Antes de la crisis sanitaria, el pequeño estaba todo el día en una guardería infantil y el mayor en la escuela. Todos los establecimientos de educación chilenos y las guarderías están cerrados y las clases son en línea.
La idea de limpiar vagones del subterráneo partió a fines de marzo, cuando “rápidamente tuvimos que reinventarnos”, al ver que las barriadas de la capital chilena eran cerradas con cuarentenas que buscaron frenar la expansión del virus, aunque sin mayor éxito porque Chile, con 400.000 contagiados y 11.000 muertos, está entre los 10 países con más contagiados del mundo por millón de habitantes.
La misma crisis económica que disminuyó ostensiblemente sus entradas económicas multiplicó las ollas populares que alimentan a miles de personas que están cesantes o que, como los vendedores callejeros o informales, no pueden generarse los ingresos que necesitan para comer al día.
El gobierno del presidente Sebastián Piñera ha entregado pequeños subsidios económicos a los más pobres y un bono de 600 dólares a una parte de la clase media. La oposición de centroizquierda calificó la ayuda de insuficiente y aprobó una ley que permitió a más de 10 de los 19 millones de chilenos retirar el 10% de sus ahorros de jubilación para enfrentar la crisis económica, por ahora.
Denisse dice que ha recibido un par de cajas con alimentos para dos semanas que entregó el gobierno y que este mes aumentaron sus propinas, lo que coincide con que millones de personas en todo el país retiraron el 10% de sus ahorros para la jubilación.
Estos chilenos continuarán con su trabajo en el metro hasta que las autoridades levanten la cuarentena en la barriada pobre de Lo Prado, donde vive su mamá, aledaña a la empobrecida comuna de Pudahuel, donde el matrimonio arrienda una pequeña vivienda.
Piñera anunció a fines de julio un plan de recuperación económica que incluye un plan de inversión pública por 34.000 millones de dólares entre 2020-2022 para recuperar 1,8 millones de empleos.