Todos los ecuatorianos, por ley, son donantes de órganos a menos que hayan expresado su voluntad de no serlo al sacar o renovar su cédula.
Este acto altruista puede darse en vida o tras la muerte de una persona.
Les contamos dos historias en las que esta decisión cambió para siempre el destino de quienes necesitaban una donación de órganos.