Danny Trejo cree fielmente en las segundas oportunidades. Así lo constata el documental “Inmate #1: The Rise of Danny Trejo”, que retrata cómo dejó atrás una vida de crimen y llegó a convertirse en un actor respetado en Hollywood.
Trejo, cuyos créditos incluyen “Machete”, “From Dusk Till Dawn” (“Del crepúsculo al amanecer”), “Spy Kids 3: Game Over” (“Mini espías 3-D”), “Once Upon a Time in Mexico” (“Érase una vez en México”) y muchas más, no tenía que fantasear para interpretar a maleantes; lo podía hacer basado en sus propias experiencias en las calles y en prisiones legendarias como la de San Quentin.
Es sabido que tuvo un pasado difícil, pero no la magnitud de los problemas en que se metió, como lo presenta el documental dirigido por Brett Harvey que se estrena el martes en plataformas como Apple TV, Amazon, Vudu y Google Play. Trejo comenzó a probar las drogas a los 12 años y a cometer toda clase de atracos para poder mantener el hábito. No pasó mucho tiempo antes de que terminara en prisión.
“Lo que quería mostrar era que no importa dónde empiezas, importa en dónde estás”, dijo en una entrevista reciente por videollamada desde Los Ángeles. “El mayor problema cuando un chico va a un centro correccional es que empieza a pensar que lo han desechado, que ‘esto va a ser mi vida’. Lo que traté de hacer con ‘Inmate #1’ es darles esperanza”.
En el documental vemos a Trejo continuar su labor como asesor de otros adictos, dando charlas motivacionales dentro y fuera de prisiones. Para el actor, su historia hace eco de las de los jóvenes que hoy tienen problemas con los opioides, una epidemia que ha cobrado miles de vidas.
“Todavía ayudamos a los adictos a la heroína en desintoxicación y muchas veces llevamos a jóvenes para que vean lo que pasa… Esto funciona cuando los jóvenes piensan que sólo se están divirtiendo y ven los resultados”, dijo el actor. “Creo que el problema se está poniendo mucho peor porque las drogas que tienen son realmente malas — cristal, metanfetamina, crack, cocaína. Te matan y honestamente creo que tenemos que hacer algo, tenemos que hacer que las grandes compañías hagan medicinas (contra las drogas)”.
A sus 76 años, mantenerse sobrio ha implicado una tolerancia cero, incluso ahora que la marihuana es legal en California.
“La marihuana es legal para la gente que no ha ido a prisión y no se ha metido en problemas”, dijo. “Lo último que yo haría sería volver a fumar yerba porque al final no sería bueno”.
Al conocer tan de cerca la prisión y a los policías, Trejo considera que como parte del movimiento Black Lives Matter se debe pedir que todos los agentes contra quienes se hayan presentado quejas sean evaluados.
“Hay gente con 18 o 19 quejas de brutalidad policiaca; tenemos que empezar a responsabilizar a la policía”, dijo. “Vimos a un hombre siendo asesinado por televisión, ese es el tipo de gente que se tiene que ir, no pueden ser policías, no les podemos dar un arma y decir que es legal. Tenemos que ver qué es lo que está mal aquí porque les hacen pruebas para todo y te pueden hacer pruebas para descubrir si eres racista, te pueden hacer una prueba para saber si eres psicológicamente inestable. Cuando vas a prisión te hacen una prueba que dice todo de ti; creo que los policías deberían tomar la misma prueba”.
Trejo creció en Los Ángeles en el barrio de Pacoima, en el seno de una familia de origen mexicano. Cuenta que su padre era un machista tiránico y su madrastra, a quien consideraba como su madre, una figura amorosa que le daba esperanza aun cuando vivía reprimida.
“Ella también estaba en prisión. Mi papá la tenía en prisión. Estaba atada a la casa”, dijo el actor. “Mi papá tenía cinco hermanos y cuando todos se juntaban y querían algo les decía, ‘¿Quieren una cerveza? Espera, déjame pedirle a mi esposa. ¿Me traes una cerveza?’”
Mientras todos los miembros de su familia tenían que trabajar duro para subsistir, uno de sus tíos, Gilbert, tenía mucho dinero, autos deslumbrantes y se vestía bien. Pero ese tío era delincuente y adicto. “Gilbert murió y ellos siguen vivos”, dijo Trejo.
Una vez fuera de prisión, Trejo empezó a actuar por casualidad. Fue invitado al plató de “Runaway Train” (“El tren de la muerte: La huida”) de 1985 como asesor contra adicciones de un miembro de equipo de producción, y una vez ahí le pidieron que ayudara a un actor en su entrenamiento de boxeo, pues Trejo fue boxeador antes y durante su tiempo tras las rejas. Su primer crédito, en esa película, aparece como “boxeador”.
Desde entonces ha hecho unos 380 papeles, pero el más difícil apenas llegó recientemente. Trejo dijo que el que más le ha costado ha sido el de un padre que pierde a su hijo en “From a Son”, una película de próximo estreno escrita y dirigida por su hijo Gilbert Trejo, con quien además comparte la pantalla.
“Yo era el papá, eso era todo lo que tenía que hacer. No era un asesino, ni un tipo rudo; tenía que hacer de papá”, dijo el actor. “En la película lloraba porque mi hijo muere y tenía que buscarlo y desenterrarlo, y creo que eso fue lo más difícil. Tenía que llorar y no era llorar como John Wayne, era llorar mocoso y todo. Cuando veía a mi hijo morir, era algo que no podía creer”.
¿Alguna vez se ha sentido el guapo de la película?
“Besé a Jessica Alba en ‘Machete’ y me sentí muy bien”, dice. “También actué con Michelle Rodríguez y con Salma Hayek en ‘From Dusk to Dawn’”.
Su hijo y Michelle Rodríguez aparecen en el documental, al igual que Robert Rodríguez, quien lo dirigió como protagonista de “Machete” y “Machete Kills”.
Trejo dijo que aún no hay fecha para producir la cinta que completaría esa trilogía, “Machete Kills in Space”. Actualmente trabaja en una película titulada “Hacha”, sobre un agricultor mexicano que pelea con, bueno… un hacha. Y tras hacer “Inmate #1” dice que se quedó con una sensación optimista.
“Creo que reafirmé que puedo hacer lo que quiera, el cielo es el límite. Si diosito está a tu lado, puedes hacer lo que quieras, todo se puede lograr”, dijo el actor. “Tengo amigos que pasaron por lo mismo que yo y ahora son electricistas, doctores… Mi primo Gilbert (hijo de su difunto tío homónimo) entró a prisión cuando tenía 17 años y salió ahora que tiene 55 años. Cumplió 38 años (en prisión) y ahora trabaja como electricista”.
Una de las cosas que llaman la atención es que Trejo decidió quedarse a vivir en el barrio donde creció. Ni las películas ni la fama lo han hecho dejar Pacoima, una comunidad latina de clase trabajadora. Para él, es una especie de deuda pendiente.
“Adoro esta comunidad y sé que le debo mucho porque solía aterrorizarla por mucho tiempo. Ahora les puedo pagar algo, puedo retribuir constantemente, y esa es la forma en la que Diosito quiere que vivamos, ayudándonos”, expresó desde su sala acompañado por su chihuahua Daisy.