Cuba: Sentada sobre las piernas de su mamá, Lucía, de dos años, veía las ilustraciones de su libro mientras a su alrededor varios pequeños seguían asombrados el despliegue de médicos con batas blancas y enfermeras con termómetros. En una sala contigua Danielito, de la misma edad, lloriqueaba mientras lo inyectaban, al tiempo que un payaso iba y venía intentando distraerlos.
Cuba inició el jueves una campaña masiva de vacunación en niños de dos a 10 años con sus propios antígenos contra el nuevo coronavirus, convirtiéndose en una de las primeras naciones en inmunizar a menores tan pequeños.
“Nuestro país no arriesgaría ni un mínimo (con infantes) si no fuera una vacuna segura que estuviera comprobado que tiene gran eficacia al introducirla en los niños”, dijo a The Associated Press Aurolis Otaño, directora del Policlínico Universitario Vedado, adonde se instaló un salón para las inmunizaciones.
Otaño indicó que la circulación de la variante Delta produjo un incremento de los contagios afectando a los más jóvenes, por lo que la comunidad científica “decidió primero llevar la vacuna a un ensayo clínico” y “se decidió aprobarla en edades pediátricas”.
El Policlínico esperaba vacunar unos 300 menores de entre dos y cinco años. Los mayores de cinco y hasta 10 recibirían la primera dosis en sus escuelas.
“A mí me saltó mucho la duda y me dio preocupación al comienzo, realmente, pero me informé”, dijo a AP Denisse González, mamá de Lucía, que cubierta por un tapabocas rodeado de sus rizos miraba el cuento mientras esperaba una hora, el tiempo que debían estar en observación los menores tras ser vacunados.
“Ante todo está la salud de nuestros hijos, que es lo principal y es un riesgo (el contagio) porque los niños pequeños andan siempre jugando, por el piso”, agregó González, una ingeniera de 36 años. “Hasta ahora la medicina cubana ha dado resultado, confío en que esta vacuna va a ser buena”.
En las semanas anteriores comenzó la vacunación de jóvenes de entre 11 y 18 años. El esquema contempla dos dosis de Soberana 02 y una de Soberana Plus, tal como se hizo con los adultos.
Cuba enfrenta un pertinaz rebrote de COVID-19 -que llevó al país a casi el colapso de su sistema de salud y al incremento de las muertes- al cual se suma a una crisis económica con carencias de medicamentos y una infraestructura deteriorada. Provincias como Matanzas, Ciego de Ávila y Cienfuegos tuvieron que recibir apoyo de médicos de otras zonas del país y contaron incluso con donativos internacionales.
Además de las Soberanas, producida por el Instituto Finay, Cuba desarrolló otra vacuna nacional -Abdala- creada por el Centro de Inmunología Genética y Biotecnología. Ambas tienen la autorización de emergencia de las autoridades nacionales y están en proceso de mostrarlas ante la Organización Mundial de la Salud.
Según el Ministerio de Salud de la isla hasta la víspera se han registrado en la isla 776.125 casos positivos de los cuales fallecieron 6.601.
En junio, los reguladores chinos aprobaron el uso de las vacunas Sinovac y Sinopharm para niños de 3 a 17 años pero todavía no se realizó la aplicación. Otras farmacéuticas cuentan con antecedentes en la aplicación para adolescentes, pero no se reportan campañas masivas a edades tan tempranas como las de la iniciada por Cuba este jueves.
Los niños se han librado en gran medida de lo peor de la pandemia y muestran síntomas menos graves cuando contraen el virus. Pero los expertos dicen los pequeños pueden transmitirlo a otros y eventualmente sufrir consecuencias negativas. Algunos señalan que si los países van a lograr la inmunidad colectiva a través de la aplicación masiva de antígenos los menores deberían estar incluidos.
“A medida que más adultos reciben sus vacunas COVID-19, los niños, que aún no son elegibles para las vacunas en la mayoría de los países, representan un mayor porcentaje de hospitalizaciones e incluso muertes”, dijo la víspera la directora de la Organización Panamericana de la Salud, Carissa F. Etienne. “Debemos ser claros: los niños y los jóvenes también enfrentan un riesgo significativo”.
Según la directiva el año pasado se notificaron más de 1,5 millones de casos de positivos entre menores. En los primeros nueve meses de este año ascendieron a 1,9 millones.