Cuba cambió el lunes su estrategia para enfrentar al nuevo coronavirus a través de una “nueva normalidad” que incluye oficinas públicas y comercios abiertos y una mayor movilidad de los ciudadanos, pero con uso obligatorio de barbijo y manteniendo la distancia social.
Además, ya no se aislará de manera obligatoria en centros especiales a los contactos de casos sospechosos como se hizo hasta ahora y se podrían recibir pasajeros nacionales y extranjeros por todos los aeropuertos, salvo en La Habana.
Las autoridades reconocieron la necesidad de poner en funcionamiento la economía, golpeada por siete meses de cierres y restricciones y por las sanciones estadounidenses que buscan asfixiar las finanzas de la isla para forzar un cambio de modelo político.
Aunque esta “nueva normalidad” se aplicará en la mayoría de las provincias del país luego de semanas de cierto control de le epidemia, en La Habana, hogar de dos millones de personas y que tuvo un complicado rebrote en agosto, todavía habrá limitaciones.
Las autoridades pidieron además a los ciudadanos que apoyen el esfuerzo estatal mediante el autocuidado para evitar la transmisión del virus.
“Es muy difícil estar en casa, esperamos que todos seamos conscientes porque ahora depende de todos nosotros”, dijo a The Assciated Press, María Isabel Batista, una artesana de 58 años.
Desde marzo, cuando se detectaron los primeros casos de COVID-19, la isla se encuentra cerrada al turismo, el sector más dinámico del país y con ingresos anuales cercanos a los 3.000 millones de dólares y una cifra similar para los emprendedores privados que operan casas de alojamiento, restaurantes o tiendas.
Todos los sectores se vieron afectados, desde los agricultores, pasando por el transporte y los servicios, al igual que las remesas que envían a la isla los cubanos que viven en el exterior. Los trabajadores independientes del Estado, actores económicos emergentes y aún vulnerables, estuvieron entre los más afectados.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la caída del Producto Interno Bruto de Cuba superará el 8% este año.
“Hoy estamos en un momento en que el nivel de las altas supera los casos diarios (de COVID-19), en que La Habana ha venido a estar más controlada… y hay un grupo de provincias que han vivido varios meses sin reportar casos”, expresó el mandatario Miguel Díaz-Canel la semana pasada al dar a conocer la nueva estrategia para enfrentar al coronavirus.
La atención primaria -el rápido diagnóstico de los casos, el aislamiento y la pesquisa casa por casa por parte de médicos y enfermeros- fue una de las bases para lograr un relativo control de los contagios y una baja mortalidad.
El lunes el Ministerio de Salud informó que se habían detectado 22 nuevos casos para un acumulado desde marzo de casi 6.000 contagiados de los cuales 123 fallecieron.
Aunque conscientes de las necesidades económicas que enfrenta la isla no todos estuvieron de acuerdo ante el temor de que se produzca un nuevo rebrote.
“No estoy contenta porque yo tengo niños” dijo Edilia Delgado, una trabajadora estatal de 35 años y quien se siente preocupada porque sus hijos deberán volver a la escuela.
El 15 de octubre abrirá para los turistas internacionales el balneario de Varadero, que se sumará a los hoteles en los cayos abiertos en julio y se espera que para el 2 de noviembre se retomen las clases presenciales en La Habana, aunque en el resto de las provincias los niños están en la escuela desde septiembre.
A los turistas se les realizarán testeos obligatorios y un monitoreo epidemiológico mientras estén en la isla.