Un francés de 28 años que se considera un “patriota” de derecha fue sentenciado a cuatro meses de prisión el jueves por abofetear al presidente Emmanuel Macron.
A Damien Tarel también se le prohibió ocupar un cargo público en Francia y poseer armas durante cinco años por la agresión del martes. Tarel le dio una bofetada en la mejilla izquierda al mandatario cuando éste saludaba a una multitud.
Durante el juicio del jueves, Tarel testificó que el ataque fue impulsivo, provocado por el “declive” de Francia. Se sentó derecho y no mostró ninguna emoción cuando el tribunal de la ciudad de Valence, en el sureste del país, lo condenó por un cargo de violencia contra una autoridad pública.
Hombre abofetea al presidente de Francia, Emmanuel Macron, durante una visita random a Tain-l'Hermitagepic.twitter.com/sKyLOnJnaQ
— Edo / えど (@edowoo) June 8, 2021
SENTENCIA
Fue sentenciado a cuatro meses de prisión y a una sentencia suspendida adicional de 14 meses. Su novia comenzó a llorar.
Tarel —quien gritó una vieja expresión francesa en contra de la monarquía al momento de dar la bofetada— se describió a sí mismo como un “patriota” de derecha o de extrema derecha y miembro del movimiento de protesta económica de los chalecos amarillos surgido en 2018 y 2019.
Sereno y tranquilo, defendió firmemente su acción y sus puntos de vista sobre Macron, sin proporcionar detalles de qué políticas quiere que Francia cambie.
Tarel reconoció haber golpeado al presidente con una bofetada “bastante violenta”. Dijo a la corte que cuando vio “su mirada amistosa y mentirosa, sentí disgusto y tuve una reacción violenta”. Agregó que “fue una reacción impulsiva … yo mismo me sorprendí de la violencia”.
Si bien dijo que él y sus amigos habían considerado traer un huevo o un pastel de crema para arrojárselos al presidente, dijo que abandonaron la idea e insistió en que la bofetada no fue premeditada.
“Creo que Emmanuel Macron representa el declive de nuestro país”, dijo, sin explicar a qué se refería.
Macron no quiso comentar el jueves sobre el juicio, pero insistió en que “nada justifica la violencia en una sociedad democrática”