El dopaje es un tema que preocupa a las organizaciones de los eventos deportivos y a los atletas en sí, los controles eran frecuentes, pero con la pandemia todo cambió.
En casi todas las distancias, desde los 100 metros hasta el maratón, se han venido registrando marcas inusualmente bajas. Hay varias posibles explicaciones, desde una mejor tecnología en los calzados y mejores pistas hasta el hecho de que los atletas no tenían tanto desgaste debido a la pandemia del coronavirus, combinado con la ansiedad por volver a competir.
Pero hay también otra posibilidad: Durante tres meses en plena pandemia, casi no hubo controles antidopaje, los cuales se normalizaron en los últimos meses.
Esa es una de las incómodas realidades de los juegos de Tokio. Ni uno solo de los 11.000 deportistas que competirán en la justa olímpica ha tenido que responder a los máximos controles antidopaje en los 16 meses previos a la justa.
Estadísticas de la Agencia Mundial Antidopaje (conocida por sus siglas en inglés, WADA) indican que los controles han ido mejorando a medida que se acercaban los juegos, pero ello no disimula el hecho de que durante casi todo el 2020 hubo una reducción del 45% en los controles en todo el mundo comparado con los del 2019, un año sin juegos olímpicos en el que ya de por sí hubo menos controles. En el primer trimestre del 2021 hubo un 20% de controles menos que en el mismo período del 2019.
“Hay que ser tonto para no preocuparse”, dijo Travis Tygart, director de la Agencia Antidopaje de Estados Unidos.
En teoría, los deportistas deben estar expuestos siempre a tener que someterse a un control de dopaje, en cualquier lugar y en cualquier momento.
La incertidumbre asociada con el COVID-19, especialmente en los primeros meses de la pandemia, no obstante, hizo que se suspendiesen las competencias, se postergasen los Juegos Olímpicos y se suspendiesen virtualmente los controles antidopaje.
En abril y mayo del 2020, en que el mundo entero estuvo paralizado, la WADA dijo que hizo 3.203 pruebas. En el mismo período del 2019, hizo 52.365.
“Hay que ser muy inocente para no pensar que hubo gente que trató de aprovechar esta paralización de los controles”, expresó el director general de la WADA Oliver Niggli en declaraciones a la Associated Press. “Sin embargo, hay una serie de factores que reducen los riesgos”.
Entre ellos, según Niggli:
— El requisito de que los deportistas informen acerca de sus paraderos en todo momento siguió vigente, lo que dejaba latente la posibilidad de que les pidiesen someterse a controles;
— Los programas de dopaje más efectivos requieren un intenso entrenamiento y una competencia por delante; pero muchos centros de entrenamiento cerraron y no hubo competencias durante largos períodos por la pandemia.
— El sistema antidopaje tiene otros disuasivos, incluidos el almacenamiento de muestras a largo plazo, investigaciones y los pasaportes biológicos de los deportistas, todos los cuales pueden generar casos positivos más adelante.
— Es de notar, asimismo, que la gran mayoría de los deportistas no violan las reglas.
De todos modos, era imposible ignorar la oportunidad que tenían por delante.
“Yo creo que algunos países probablemente trataron de sacar ventaja del tiempo que no hubo controles”, dijo la nadadora estadounidense Lilly King. “Personalmente, sé que me sometí a unos 20 controles el año pasado y que los estadounidenses están bien vigilados”.
USADA, la agencia antidopaje estadounidense, es una de las pocas que informa acerca de la cantidad de controles a que se sometió cada deportista. Edwin Moses, bicampeón olímpico de los 400 metros con vallas y presidente emérito de la USAD, cree que la WADA y los demás deberían hacer lo mismo.
“Sin transparencia en lo que se refiere a la cantidad de controles, hay que preguntarse si estos juegos van a ser limpios, como promete el COI”, dijo Moses en una audiencia del Congreso esta semana.
Los observadores independientes que la WADA contrató para que revisasen los protocolos seguidos antes de los Juegos del 2016 en Río de Janeiro comprobaron que, de los 11.470 deportistas inscritos, 4.125 no se habían sometido a control antidopaje alguno en la antesala de la justa.
“Eso es inaceptable y la situación probablemente empeoró por la reducción de los controles que hubo por el COVID”, señaló Tygart.
De todos modos, hay varias explicaciones plausibles para los buenos tiempos del último año y pico.
Una de ellas, mencionada por un artículo de la revista Runner’s World, es que hubo condiciones ideales para las carreas, incluidas pruebas clasificatorias en las que los corredores corrían solos y contra el reloj, para evitar el contacto estrecho de las carreras normales.
Se ha hablado mucho de los nuevos calzados, con una tecnología muy mejorada que beneficia tanto a los velocistas como a los fondistas. Los atletas, por otro lado, dispusieron de largos períodos sin distracciones y pudieron entrenarse y alcanzar su mejor forma en el momento justo.
Para cuando se publicó el artículo de Runner’s World, había por lo menos una docena de marcas asombrosas conseguidas durante la pandemia, en momentos en que el deporte estaba paralizado. Los buenos registros siguen llegando.