Científicos descendieron 8.000 metros de profundidad en la llamada Fosa de Atacama, costa norte de Chile, y allí donde nunca había llegado el ser humano descubrieron extraños microorganismos sobre los que hoy tienen más preguntas que respuestas.
El científico chileno Osvaldo Ulloa -director del Instituto Milenio de Oceanografía de la Universidad de Concepción- lideró al grupo de tres personas que a profundidades de hasta 8.000 metros exploró la enigmática Fosa de Atacama, un enorme hueco en el océano Pacífico que se extiende 5.900 km desde Ecuador hasta el sur de Chile.
«Hicimos la hazaña de llevar a seres humanos a la fosa donde ningún ser humano había llegado», relata a la AFP Ulloa, quien realizó la proeza a bordo del submarino Limiting Factor.
A él se sumaron el explorador estadounidense Víctor Vescovo y el subdirector del instituto Milenio, Rubén Escribano, en la llamada expedición Atacama Hadal, que se inició el 13 de enero y se extendió por 12 días en las costas de Mejillones y Tal Tal, en el norte chileno.
Las condiciones del viaje son extremas. A los 100 metros de profundidad ya no llega la luz y todo queda en silencio, cuenta Ulloa.
Fue necesario encender potentes luces led instaladas fuera de la cápsula del submarino para que el grupo observara lo que ningún humano había podido ver antes.
«Nos encontramos con estructuras geológicas y ahí vimos un tipo de holoturias o pepinos de mar traslúcidos, como de gelatina, que no teníamos registrados y que lo más probable (es que) eran especies nuevas», explica Ulloa.
«También descubrimos unas comunidades bacterianas que incluso tenían unos filamentos que no sabíamos que existían en la Fosa de Atacama y que se alimentarían de compuestos químicos e inorgánicos, eso nos abre un montón de preguntas: ¿qué compuestos son esos? ¿qué tipo de bacterias son? No tenemos idea, vamos a tener que volver allí», pronosticó.
La expedición encontró también especies de anfípodos (Eurythenes atacamensis) -descubiertos en ese lugar en una expedición no tripulada en 2018- crustáceos carroñeros, gusanos segmentados y peces traslúcidos.
«La gran población de estos organismos encontrados va en contra de lo que sabíamos: a medida que aumenta la profundidad, la abundancia y la diversidad de los organismos disminuye», agregó.
Catástrofes naturales
La Fosa de Atacama se encuentra en el mismo lugar en el que chocan la placa de Nazca y la placa Sudamericana, dos placas tectónicas responsables de los terremotos y tsunamis que con frecuencia se han producido en esta zona.
«Pondremos tres sensores en la placa Sudamericana y dos en la de Nazca para ver cómo se deforma el piso oceánico, (ahora) este tipo de sensores solo existen en tierra», dijo Ulloa.
Los sensores permitirán saber en qué zona no hubo un terremoto y se está acumulando energía, lo que podría ayudar a predecir el lugar de un próximo evento telúrico.
«Es un proyecto tremendamente ambicioso; el experimento más grande que se ha hecho en geología submarina aquí en Chile y hay mucho interés de la comunidad internacional para poner más sensores y usar esta región para el estudio de todos los procesos asociados al choque de estas dos placas», concluye el científico sobre el observatorio que comenzará su instalación en el segundo semestre de este año.
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