China avanza a pasos agigantados en la producción de sus vacunas contra el coronavirus y prevé tener 610 millones de dosis listas antes de que acabe este año y 1.000 millones en 2021, que saldrán al mercado cuando supere la tercera y última fase de ensayos clínicos.
Así lo aseguró hoy, preguntado por Efe, el director del Centro de Desarrollo de Ciencia y Tecnología de la Comisión Nacional de Salud, Zheng Zhongwei, quien resaltó en una rueda de prensa en Pekín que 11 vacunas de cinco «plataformas» con participación del país están en la última fase de pruebas sin que hayan mostrado efectos adversos.
Zheng no dio una fecha exacta, pero indicó que esperan aplicar masivamente las vacunas «lo antes posible».
Tercera fase de pruebas
Varias vacunas de al menos cuatro empresas chinas se encuentran ahora en la tercera fase de pruebas. Estas son las de Sinovac, Sinopharm, el Instituto de Productos Biológicos de Wuhan y la de Cansino Biologics, que comenzó a usarse a finales de junio en el Ejército chino.
A estas habría que sumar las de otro consorcio en el que el país asiático participa, como el formado por la china Fosun Pharma, la alemana Biontech y la estadounidense Pfizer.
Vacunas de emergencia
Sobre las llamadas vacunas de emergencia, que China comenzó a aplicar el pasado julio, se han utilizado en «grupos de riesgo». Además, han presentado resultados «muy sólidos», según Zheng.
«Hemos tenido un mecanismo muy estricto para verificar cualquier reacción adversa para todos los que han participado en el proceso. Ningún caso adverso se detectó», recalcó, y agregó que «la Organización Mundial de la Salud (OMS) ofreció su apoyo y comprensión» a este experimento.
Los funcionarios que participaron este viernes en la rueda de prensa organizada reiteraron que las vacunas serán «efectivas y seguras». Aunque el director del Centro Biológico del Ministerio de Ciencia y Tecnología, Zhang Xinmin, explicó que hasta cierto punto es «normal y aceptable» que las vacunas en pruebas puedan presentar algunos efectos adversos.
«Algunas como las del dengue lo hicieron, pero en este caso no ha ocurrido. No obstante se necesita más tiempo de observación hasta poder dar por concluidas las pruebas de la fase 3», la última de ensayos clínicos.
Respecto a las mutaciones del virus, Zhang dijo que no han comprobado que «haya grandes cambios» en las diferentes cepas existentes en los países tras comparar las secuencias genéticas.
«Hay un gran nivel de similitud, por eso creemos que estas vacunas serán válidas para todas las cepas«, afirmó.
Centros de seguimiento
El epidemiólogo jefe del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de China (CDC), Zeng Guang, también presente en la conferencia de prensa, dijo que los resultados de fase 3 «tienen muy buena pinta» y aseguró que, según las conclusiones preliminares, las vacunas son «efectivas y seguras».
«Estas vacunas se van a usar en millones de personas y las posibilidades de un efecto adverso serán más altas. Por lo que será necesario tener un mecanismo centralizado que haga un seguimiento de su aplicación», apuntó, en cualquier caso.
Indicó que, tal como están haciendo las farmacéuticas implicadas, es mejor probar las vacunas en el exterior. Esto porque en China las pruebas no son tan eficaces al estar el virus prácticamente controlado.
También señaló que las vacunas chinas podrán proteger el sistema inmunitario humano por un tiempo «relativamente largo».
Distribución
En cuanto a la distribución de las vacunas entre la población una vez que estén listas, Zheng explicó que establecerán tres grupos. Primero uno de alto riesgo, otro de personas vulnerables y por último la población en general.
Aunque una experta del CDC aseguró hace unos días que los ciudadanos chinos podrían empezar a ser vacunados contra la COVID-19 en noviembre o diciembre debido a que las pruebas clínicas se están llevando a cabo sin contratiempo, los participantes en la rueda de prensa de hoy evitaron dar una fecha definitiva para que las vacunas puedan ser aplicadas masivamente.
China aspira a convertirse en el primer país del mundo en producir una vacuna a gran escala contra la COVID-19, para lo que cuenta con media docena de países en vías de desarrollo, entre ellos varios latinoamericanos, que participan en la fase final de ensayos clínicos de varios proyectos.
Habitualmente, el período para que una vacuna pueda estar disponible para su uso a nivel masivo es de, al menos, entre 12 y 18 meses, según la OMS. Aunque Pekín ha permitido que se lleven a cabo al mismo tiempo algunos estudios en diferentes fases. EFE