El Chelsea del ecuatoriano Moisés Caicedo sigue abonado a la frustración y volvió a pinchar en la Premier League al empatar 2-2 en el estadio del Brentford.
De nuevo la peor versión del conjunto londinense afloró en el Community Stadium, donde apenas disfrutó de un par de buenos ratos que fueron suficientes para evitar una derrota gracias a los tantos de Nico Jackson y de Disasi.
Al Chelsea se le está haciendo muy larga la temporada. Cada partido es una tortura. Sin nada por lo que pelear porque Europa está demasiado lejos como para creer en el objetivo continental (a doce puntos antes del inicio de la jornada), parece que las ganas de reseteo para volver a empezar desde cero son inmensas.
El choque ante el Brentford fue otro examen más para los hombres de Mauricio Pochettino, que en la previa del choque acumulaban dos derrotas, un empate y dos victorias en sus últimos cinco encuentros. El Brentford, un rival necesitado de puntos para escaparse de los puestos de descenso, no iba a ser sencillo.
Y hasta casi el último tramo de la primera parte, el Chelsea no consiguió dar un paso adelante para aprovechar su aplastante superioridad con la pelota. Dominó la posesión pero sin generar casi nada. Es más, el Brentford, con muy poco, casi siempre al contraataque, consiguió mucho más que su rival durante la primera media hora.
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Sobre todo con Toney, presente en casi todas las jugadas de ataque importantes de su equipo. El delantero del Brentford inició el carrusel de ocasiones de su equipo con un disparo que rebotó en un defensa tras un buen centro de Reguilón y luego puso un centro desde la banda derecha que no aprovechó Wissa por muy poco.
Fue el mismo Wissa quien tuvo la opción más clara para marcar con una semichilena que atrapó Petrovic con alguna dificultad. Y ahí, en el minuto 26, se acabó el ímpetu del Brentford y comenzó el dominio del Chelsea con dos protagonistas: Enzo Fernández y Nico Jackson.
El primero comenzó a filtrar balones con muy mala intención y uno de ellos provocó la ocasión más clara del Chelsea hasta el momento que desaprovechó Nico Jackson. El ex jugador del Villarreal ya fue señalado por la grada rival tras un desastroso tropezón al intentar hacer una bicicleta. Se le salió la cadena y provocó la mofa del parte del público presente en el Community Stadium.
Después, volvió a fallar tras pecar de una ausencia de instinto asesino alarmante para un delantero principal de un equipo como el Chelsea. No aprovechó una asistencia clamorosa de Enzo Fernández. Regateó bien a Flekken y cuanto tenía que rematar la jugada finalizó con un tímido disparo que pudo interceptar Zanka casi bajo la línea.
De nuevo, Nico Jackson, que acumulaba hasta ese instante siete tantos en la Premier League, volvía a fallar. La cara de Pochettino en el banquillo era un poema al ver la repetición en una pantalla. Pero el delantero del Chelsea tuvo tiempo de enmendar sus errores con un golazo al borde del descanso: con un remate de cabeza espectacular tras un centro de Gusto desde la banda derecha, literalmente silenció al público del Community Stadium. Como hizo Raúl González en el Camp Nou, se llevó un dedo a la boca y mandó callar a los que poco antes se reían de él.
Con esa venganza de Nico Jackson se llegó al descanso. El Chelsea, con apenas un cuarto de hora potable, consiguió una ventaja que tras la reanudación le duró cinco minutos, los que tardó Roerslev en empatar tras recoger un rechace de un disparo de Reguilón.
Al tanto de Roerslev le siguió un disparo al palo de Janelt que mostró síntomas de derrumbe en el Chelsea. El equipo de Pochettino fue reculando poco a poco y sucumbió con un golazo de Wissa, que de chilena, en su segundo intento, sacó los colores al Chelsea. Y pudo ser peor, pero Reguilón, de los mejores del partido, estrelló un cabezazo contra el palo de la portería defendida por Flekken.
El Chelsea, absolutamente desconectado, reaccionó al final y pudo rescatar un punto. Disasi apareció como un camión de mercancías para cabecear el tanto del empate a falta de cinco minutos para el final. Fue un espejismo que maquilló otra jornada frustrante de su equipo, abonado a los pinchazos para convertirse en un equipo que, salvo sorpresa mayúscula, no peleará por nada.