La aplastante victoria electoral del partido Nuevas Ideas del presidente Nayib Bukele cambiará el escenario político de El Salvador. A partir del 1 de mayo gobernará en la mayoría de los municipios del país y tendrá el control del Congreso. Lo que no está claro es qué hará con ese poder.
Nuevas Ideas ganó 56 de los 84 escaños de la Asamblea Legislativa, que otorgan al partido una mayoría de dos tercios que significa que podrá elegir al nuevo Fiscal General, los magistrados de la Corte Suprema y el Procurador para la Defensa de los Derechos Humanos, esencialmente todos aquellos que han criticado las acciones de su gobierno.
Hasta ahora la máxima prioridad expresada por el partido ha sido el estribillo de Bukele repetido por los candidatos de Nuevas Ideas a lo largo de la campaña para los comicios legislativos y regionales: terminar con la corrupción.
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Pero algunos gestos indican que buscaría debilitar el poder que los partidos tradicionales de El Salvador han mantenido durante casi tres décadas.
Carolina Recinos, coordinadora del gabinete de Bukele, dijo que impulsarán “una reforma electoral profunda” para que las fuerzas políticas no puedan ser juez y parte dirigiendo el Tribunal Supremo Electoral, controlado por representantes o miembros de la derechista Alianza Republicana Nacional (Arena) y del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
También estarían buscando destituir a los magistrados de la Corte de Cuentas por tener vínculos con los partidos de oposición. La Corte Suprema había declarado inconstitucional la elección de la Corte de Cuentas anterior, pero dos jueces fueron reelectos de todos modos por la Asamblea Legislativa saliente.
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Además, Bukele le ha pedido al vicepresidente Félix Ulloa que forme una comisión de abogados para evaluar propuestas de reformas constitucionales que se presentarán a la nueva legislatura.
Los opositores han advertido que Bukele, al que acusan de autoritario y poco transparente, estaría buscando reelegirse.
Pero para muchos la gran victoria electoral de Nuevas Ideas de este mes es un paso más hacia la eliminación de la corrupción.
“Espero que (Bukele) cumpla todas sus promesas, que despojen a los diputados de su inmunidad, que acaben con los sinvergüenzas”, dijo a The Associated Press María Catalina Espinoza, un ama de casa de 42 años que hacía compras en el centro histórico de San Salvador. “Estamos cansados de tanta corrupción”.
El ascenso al poder de Bukele en junio de 2019 fue posible gracias a los repetidos escándalos de corrupción de Arena y el FMLN, que hasta entonces habían dominado la política salvadoreña por más de tres décadas.
Pero fue ese sistema bipartidista el que mantuvo cierto grado de rigor en las instituciones democráticas de El Salvador. Con los aliados de Bukele a punto de controlar las tres ramas del gobierno, crece la preocupación entre los observadores de que el sistema de pesos y contrapesos corra peligro.
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Por ejemplo, la Sala Constitucional de la Corte Suprema jugó un papel clave en el bloqueo de algunos de los movimientos más agresivos de Bukele durante la pandemia. Pero su partido ahora tendrá los votos suficientes para seleccionar a los magistrados del máximo tribunal, incluido el presidente de la Corte que también preside la Sala Constitucional.
Michael Shifter, presidente de Dialogo Interamericano con sede en Washington, dijo a AP que aunque Bukele es un presidente legítimo y democrático con un sólido respaldo mayoritario, “sus tendencias autoritarias y el debilitamiento de cualquier control sobre su poder son motivo de gran preocupación”.
En febrero de 2020 Bukele presionó a los diputados para que aprobaran un millonario préstamo para combatir la delincuencia y los convocó a una sesión plenaria, pero los legisladores opositores no se presentaron. Entonces el mandatario llegó al Palacio Legislativo acompañado de militares y policías fuertemente armados, lo que le generó reproches a nivel internacional. A partir de allí la convivencia entre el Legislativo y el Ejecutivo ha sido imposible.
En junio, la Sala Constitucional de la Corte Suprema dictaminó que la medida obligatoria de Bukele de quedarse en casa para frenar la propagación del COVID-19 era inconstitucional. El presidente no tardó en arremeter contra los jueces. “El tribunal nos acaba de ordenar que asesinemos a decenas de miles de salvadoreños en cinco días”, escribió entonces en Twitter.
Oscar Picardo, un académico y analista político, dijo que el control del Congreso por parte de Nuevas Ideas “genera una preocupación democrática sobre si se perderá el equilibrio de poder”.
Sin embargo, el analista político Dagoberto Gutiérrez dijo que lo que busca hacer Bukele es clave. El Salvador necesita urgentemente reformas del sistema educativo, de salud y tributario, dijo Gutiérrez, un excomandante guerrillero y signatario del acuerdo de paz que puso fin a los 12 años de guerra civil.
Bukele debe comenzar “donde la gente sufre más, lo más determinante, lo más abiertamente inhumano”, dijo, como el alto desempleo y los bajos salarios y pensiones que apenas cubren las facturas de los servicios públicos. “Ese es el desafío de Bukele”, sostuvo Gutiérrez.
El abogado Tahnya Pastor dijo que el problema es que los gobiernos de Arena y el FMLN dejaron un marco legal que les permitió hacer lo que quisieran al nombrar funcionarios para cargos importantes. “Ahora están comenzando a entender que dejaron un sistema corrupto y podrido que va a permitir que (Bukele) haga lo que hicieron”, dijo.
Pero también es una gran oportunidad para seleccionar personas que trabajarán para la gente. “Hay que nombrar a un fiscal general con el coraje de enjuiciar a cualquiera”, añadió, “porque tenemos una cultura de corrupción, una cultura de ‘me favorezco a mí y a mis amigos’ que va a ser difícil de cambiar”.
La administración de Joe Biden está tomando un rumbo diferente con Bukele del que tomó el expresidente Donald Trump. Bajo el gobierno del republicano desacelerar la migración desde Centroamérica era la única prioridad y Estados Unidos hizo la vista gorda ante los problemas de corrupción y otras señales preocupantes en la región.
Pero cuando Bukele hizo un viaje rápido a Washington después de la toma de posesión de Biden, no pudo reunirse con funcionarios de la administración demócrata. Bukele ha negado que buscara reuniones.
Leonor Arteaga, directora de programas en El Salvador de la Fundación para el Debido Proceso Legal, una organización regional con sede en Washington, habló esta semana sobre la oportunidad y los peligros que le esperan a Bukele.
“Nayib Bukele ha transformado el panorama electoral salvadoreño al desafiar las instituciones políticas y las normas de El Salvador y es importante y saludable algún cambio”, dijo Arteaga. Pero advirtió que el poder podría usarse fácilmente “con el propósito de instalar una nueva élite en El Salvador que usaría el Estado y los recursos estatales para sus propios fines”.
“Este amplio apoyo popular eventualmente se convertirá en niveles realmente altos de demanda por parte de la gente”, dijo Arteaga. Podría jugar contra Bukele “y él debe ser consciente de eso y de que tiene la oportunidad de hacer las cosas diferentes porque este apoyo popular no durará para siempre y no debe desperdiciar esta oportunidad de transformar a El Salvador”.