La tolda para pruebas de coronavirus que se ha levantado para los hinchas del Bayern Múnich tiene un mensaje que busca brindar seguridad: “¿Supercopa? ¡Superseguro!”
No todos lo ven así.
La Supercopa de este año en Budapest no es solo es el prologo ceremonial de la temporada del fútbol europeo. Si la UEFA logra su propósito, podría ser el modelo para la vuelta de los aficionados para la Liga de Campeones y la Eurocopa.
Pero se exponen a un riesgo enorme. Los seguidores del Bayern Múnich, monarca de la Liga de Campeones, y del Sevilla, rey de la Liga Europa, se han movilizado a lo largo de Europa para presenciar el jueves la disputa de un trofeo simbólico en la capital de Hungría.
Luego del repunte de casos de coronavirus en todo el continente, los planes de la UEFA están en la mira.
Varios prominentes políticos alemanes temen que el partido puede propagar el virus. El propio alcalde de Budepest se opone a la presencia de espectadores en el partido.
“Si tuviera la facultad legal, este partido hubiera sido a puertas cerradas”, dijo el alcalde de Budapest Gergely Karacsony a la edición del miércoles del diario Nepszava. “Pero no tengo esa facultad, así que la responsabilidad recae en otros”.
Otro detractor es Joachim Löw, el técnico de la selección de Alemania.
“Fundamentalmente, me parece que es una señal negativa al reunir tantos espectadores, en una zona de riesgo”, dijo Löw al canal de televisión alemán RTL.
La decisión de jugar con público correspondió al gobierno de Hungría, encabezado por el primer ministro húngaro Viktor Orban, hincha fervoroso del fútbol que busca promover el país como un sitio estable en medio de la pandemia.
Hungría también dio la mano a la UEFA como sede neutral para las fases preliminares de la Liga de Campeones y la Liga Europa tras las restricciones impuestas en otras partes.
Pero el reciente incremento de casos en Budapest ha puesto a la capital en la lista oficial de Alemania de sitios de alto riesgo. Los hinchas del Bayern que vuelvan tras el partido deberán someterse a hisopados y tendrían que cumplir cuarentenas, advirtió el lunes el gobernador de Bavaria Markus Söder.
El Bayern vendió en principio 2.100 entradas para el partido tras ofrecer 3.000. Facilitó pruebas de diagnóstico gratis en su estadio. Las autoridades húngaras exigen que todo el que llegue al país muestre un resultado negativo reciente.
Aproximadamente 800 de esos 2.100 aficionados devolvieron sus boletos, luego que las autoridades alemanas les recomendaron no viajar. El Sevilla apenas pudo vender 500 entradas de su asignación, por lo que la mayoría de la concurrencia de 20.000 — el 30% del aforo en la Arena Puskas — será conformada por aficionados húngaros.
La decisión de la UEFA de vender boletos a hinchas visitantes es algo inusual.
Ninguna de las grandes ligas europeas permite la venta de entradas para hinchas visitantes en la temporada 2020-21. Inglaterra y España iniciaron sus campañas sin público. En Alemania se permitió que los clubes abran las puertas al 20% de su capacidad.
Un repunte de infecciones en Múnich provocó que el Bayern jugara sin público contra Schalke la pasada semana, pero sus aficionados pudieron desplazarse a Hungría.
La federación húngara defendió la decisión de jugar con público.
“Gracias a un estricto protocolo de bioseguridad, durante el partido, la Arena Puskas será el sitio más seguro en el país y en toda Europa”, sostuvo la federación el miércoles.
El Bayern viajó a Budapest el miércoles con su plantel completo. Entre ellos sobresale Leroy Sané, quien podría ganar su primer título con el club alemán, y Serge Gnabry, autor de un triplete en la paliza 8-0 que le propinaron a Schalke el viernes pasado.
Por su parte, el Sevilla disputará su primer partido oficial de la campaña 2020-21 y se vislumbra el debut de Ivan Rakitic, luego que el centrocampista croata se incorporara el 1 de septiembre tras desvincularse del Barcelona.