El bajo nivel del Río Paraná preocupa a los ambientalistas y las autoridades por los problemas que genera en el tránsito fluvial, el acceso al agua dulce y la productividad en la vasta zona del noreste argentino y otras regiones de Sudamérica por donde discurre.
El Instituto Nacional del Agua (INA) de Argentina ha definido la bajante del Paraná, una de las principales vías fluviales comerciales de Sudamérica, como “la peor desde 1944” y ha considerado que probablemente superará esa “emergencia histórica” próximamente.
“Nosotros le decimos ‘el gigante marrón’ (al río). Este bien natural claramente nos está dando señales de que no es infinito; el hecho de que hoy siete provincias argentinas estén inmersas en una emergencia hídrica es un escenario por nadie imaginado”, dijo pocos días atrás a The Associated Press el ambientalista Jorge Bartoli, coordinador de la organización “El Paraná no se toca”.
Una sequía récord en Brasil
La bajada del río se debe en gran parte a una sequía récord en Brasil, donde tiene su naciente el Paraná.
La región centro-oeste y sur de Brasil sufre una crisis hídrica de grandes proporciones; sus embalses, incluyendo el gigante Itaipú, se encuentran en los niveles mas bajos de los últimos 91 años y las autoridades han decretado una alerta de emergencia hídrica entre junio y septiembre para cinco estados: Minas Gerais, Goiás, Mato Grosso do Sul, São Paulo y Paraná.
Si bien el fenómeno de la sequía es parte de los ciclos naturales, especialistas alertaron que el escenario es más grave debido al calentamiento global.
“Justamente el calentamiento global es lo que lleva esto a los extremos, que estas alteraciones climáticas que antes eran menos frecuentes pasen a ser mas frecuentes”, dijo a AP el climatólogo José Marengo, director de Investigación y Desarrollo en el Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales de Brasil.
El Instituto Nacional del Agua argentino contempla tres escenarios posibles para los próximos cuatro meses en distintas localidades ribereñas, siendo el tercero el más crítico y peor aún que el que se produjo en 1944. Así, en la localidad de Rosario el nivel en noviembre podría llegar a ser de -1,59 metros, en comparación con la marca de -1,39 metros de 77 años atrás.
En el puerto de la ciudad de Santa Fe, unos 468 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, se llegó a registrar una marca de 22 centímetros en el hidrómetro, la más baja de los últimos 50 años.
Estado de emergencia hídrica en Argentina
Un decreto del gobierno del presidente Alberto Fernández declaró a fines de julio el estado de emergencia hídrica durante 180 días en las provincias de Formosa, Chaco, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, Misiones y Buenos Aires para asistirlas ante la bajante del río que nace en Brasil y desemboca en el Río de la Plata.
Para Bartoli y otros ambientalistas, la bajante que se produce desde 2020 refleja los problemas que genera el cambio climático sobre ese recurso de agua a partir de prácticas como la deforestación por el avance de la frontera agropecuaria.
Ese curso de agua tiene una gran importancia estratégica a nivel político y económico y es considerado la principal vía de integración del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), según la Comisión Mixta Argentino–Paraguaya del Río Paraná (COMIP). El río y la cuenca del Plata ocupan a su vez el área más poblada e industrializada de América del Sur.
La vía fluvial y sus acuíferos subterráneos abastecen de agua dulce a unas 40 millones de personas en distintos países sudamericanos, entre ellos Brasil y Argentina. A su vez recibe aguas del río Paraguay, que tiene entre sus principales nacientes la zona del Pantanal, un enorme humedal ubicado en la región del Mato Grosso del sur brasileño y en zonas de Paraguay y Bolivia que está siendo afectado desde hace tiempo por una bajante extrema debido en parte a la falta de lluvias, apuntó Bartoli.
La bajante del río está impactando en la ganadería de zonas ribereñas afectadas por la baja disponibilidad y calidad del forraje. También perjudica la pesca comercial y la artesanal porque dificulta la reproducción, alimentación y supervivencia de peces, así como el transporte de mercancías y la captación de agua para su potabilización.
Guillermo Miguel, presidente del puerto de la ciudad de Rosario -sobre el Paraná y a unos 300 kilómetros al noroeste de Buenos Aires- dijo que las embarcaciones tuvieron que reducir su tonelaje en aproximadamente un 20% para seguir navegando.
Miguel acotó que la bajante del Paraná supondrá mayores costos de logística ya que la carga de cereales seguirá saliendo eventualmente por otros puertos, como el marítimo de Bahía Blanca, en la provincia de Buenos Aires.
En 2019 se exportaron desde Rosario 79 millones de toneladas de granos, harinas y aceites, convirtiéndolo en el nodo portuario agroexportador más importante del mundo, según la Bolsa de Comercio de esa ciudad.
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Uno de los retos que se presentan ante las autoridades es la adaptación de las plantas potabilizadoras a este nuevo escenario en un contexto en que las previsiones son que la bajante se prolongue hasta fin de año o más allá por la falta de lluvias.
En el marco de la emergencia hídrica el gobierno asistirá además económicamente a las poblaciones ribereñas, reforzará los controles para evitar incendios y garantizará la navegación y el acceso a puertos.