Australia podrá obligar a personas de riesgo a hacerse las pruebas del COVID-19 e imponerles restricciones de movimiento o detenerlas mediante la aplicación de la Ley de Bioseguridad, indicaron este martes fuentes oficiales.
«Es muy probable que esas leyes se usen a gran escala y es muy probable que los australianos se encuentren con prácticas e instrucciones y circunstancias que no han vivido antes», dijo al canal ABC el fiscal general, Christian Porter.
En su opinión, el uso de la ley podrá ser «importante» dentro de unos dos meses.
El anuncio del fiscal se produce tres días después de que se produjera en Australia la primera muerte por el nuevo coronavirus, la de un hombre de 78 años evacuado del crucero Diamond Princess en cuarentena en Japón, con un total de 33 contagios detectados en todo el país.
«Potencialmente, bajo la Ley de Bioseguridad, podríamos prevenir los movimientos de entrada y salida de personas en ciertos lugares», afirmó Porter, quien agregó que las medidas extraordinarias se aplicarían para frenar el COVID-19.
«La detención (de alguna persona) puede ocurrir bajo la ley pero no es común y sería el último recurso», afirmó el fiscal general, máximo representante de la ley con rango de ministro.
Porter precisó que, por ejemplo, se podría detener a una persona potencialmente contagiada para obligarla a acudir a un centro médico o si trata de salir del país sin autorización para evitar que se expanda el nuevo coronavirus, llamado SARS-CoV-2.
Reiteró que el objetivo de las autoridades será usar las medidas «más efectivas y menos invasivas» para controlar la situación.
Por su parte, el primer ministro australiano, Scott Morrison, ha llamado a la calma, al asegurar que el país está «monitoreando» la situación y está preparado ante cualquier contingencia.
No obstante, la alarma social ha llevado a que algunos supermercados del país se hayan visto desabastecidos debido al aluvión de personas en busca de víveres y existencias en caso de que se declare una pandemia.
No obstante, los australianos no llevan tantas mascarillas como en los países asiáticos, aunque los geles antisépticos empiezan a escasear en las tiendas.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la nueva cepa del coronavirus ha infectado a unas 90.000 personas en 71 países y matado a 3.200 personas en todo el mundo, la gran mayoría en los dos casos en China. EFE