La levantadora de pesas Laurel Hubbard nunca buscó la atención que inevitablemente generaría como la primera mujer abiertamente transgénero que compite en los Juegos Olímpicos.
A los 43 años, Hubbard generó enorme interés en los Juegos de Tokio. No ganó nada. No pudo completar sus primeros tres levantamientos y quedó tempranamente fuera de la contienda.
Al final de cuentas, sin embargo, no regresó a Nueva Zelanda con las manos vacías. Pudo ser quién es y proclamarlo a todo el mundo.
“Es lo único que quería: Poder ser quien soy”, expresó. “Me alegro de haber tenido la oportunidad de venir aquí y de ser yo misma”.
Hubbard pasó mayormente inadvertida hasta ahora, excepto por algunas declaraciones difundidas por la federación de levantamiento de pesas. Es una mujer de hablar pausado, muy reservada. Pero como deportista, los Juegos Olímpicos la llamaban.
“Lo que me motiva en el deporte es el deporte mismo”, declaró a un pequeño grupo de periodistas el martes. Los Juegos Olímpicos son “lo máximo que hay en las pesas y en muchos deportes. Supongo que eso es lo que me atrajo. Tienes un minuto para lograr tu propósito. Es la prueba de fuego para cualquier levantador de pesas”.
Los juegos de Tokio son la primera justa olímpica en la que compiten abiertamente deportistas transgéneros.
Quinn, una jugadora no binaria del equipo de fútbol femenino de Canadá, tiene asegurada al menos la medalla de plata ya que las canadienses avanzaron a la final, en la que enfrentarán el viernes a Suecia. Chelsea Wolfe, una ciclista transgénero, es suplente del equipo estadounidense de BMX estilo libre. La skateboarder estadounidense Alana Smith también es no binaria.
Hubbard, quien cambió de género cuando tenía 35 años, trató de restar importancia al impacto de su presencia en los Juegos Olímpicos.
“Este tipo de situaciones me cuestan mucho porque nunca busqué publicidad a través del deporte”, manifestó. “Y si bien reconozco que mi presencia es un tema de interés para algunos, en cierto sentido espero que este sea el final de mi carrera deportiva y del interés asociado con ella”.
Hubbard ganó la medalla de plata en el mundial del 2017 pero llevaba un año y medio sin competir por la pandemia del coronavirus.
La neozelandesa dijo que trató de no prestar atención a las críticas a su participación en los juegos.
“No quise pensar en cosas negativas porque se complica más las cosas. Si a las pesas le agregas más peso, es imposible”, salir adelante, expresó. “La cobertura y los comentarios negativos no se basan en ninguna evidencia o principio, sino en el estado emocional de la persona que reacciona, por temor o incomodidad. Espero que con el tiempo tomen una perspectiva más amplia”.
El Comité Olímpico Internacional dijo que en Tokio difundiría reglas para determinar su los deportistas transgéneros pueden participar o no, en base a evidencias científicas.
En el caso del levantamiento de pesas, las mujeres transgéneros tienen que demostrar que sus niveles de testosterona no superan ciertos límites. Hubbard cumplió con ese requisito.
Hubbard dice que está lista para dar vuelta la página.
“Me estoy poniendo vieja. Para ser honesta, ya hace rato que pasó mi media hora”, declaró. “Es hora de que haga otras cosas”.