‘No te olvides de los pobres’: Así vivió el cónclave del 2013 el papa Francisco

Actualizado 14:25

Redacción Teleamazonas.com |

El cardenal Jorge Mario Bergoglio fue nombrado Papa el 13 de marzo de 2013. En su libro, ‘Esperanza’. La autobiografía: Memorias del papa Francisco, el Santo Padre, que falleció el 21 de abril del 2025, contó cómo vivió su elección en el cónclave.

En el texto narra que tras la muerte del Pontífice y la llegada de todos los cardenales a la Ciudad del Vaticano se celebran las congregaciones generales. Estos encuentros son unas reuniones preparatorias del colegio de cardenales a la que acuden todos, incluidos los mayores de 80 años que no participan en la votación para elegir un nuevo Papa.

El objetivo de estas sesiones es que el cónclave se desarrolle de manera ordenada y bajo las normas de la Iglesia Católica. Durante el transcurso de estas reuniones, de carácter más informal, pero de gran trascendencia, se debate sobre las cualidades que debe tener el Santo Padre y los retos a los que se enfrentará en su nueva etapa.

Algunos cardenales tienen la oportunidad de pronunciar discursos sobre los temas clave. En abril de 2013, el entonces cardenal Bergoglio tomó la palabra en la penúltima congregación general con un discurso «breve, improvisado. De cuatro o cinco minutos» que suscitó gran interés entre el resto de los asistentes, alzándose, sin él saberlo, como uno de los candidatos favoritos como sucesor de Benedicto XVI.

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Así relataba el propio Papa argentino cómo vivió este primer encuentro: «El cónclave llegó a su primera votación, que en rigor es más o menos un escrutinio «de cortesía». Uno vota por un amigo, por una persona a la que aprecia… Empieza un mecanismo bastante conocido y consolidado: cuando hay varios candidatos fuertes, quien todavía está indeciso, como lo estaba yo, da su voto a quien sabe que no va a salir. Son sustancialmente votos «en depósito», que esperan que la situación se desarrolle y se despliegue con más claridad»

«Los conclavistas dejan su mesa para ir a votar. Arrodillados ante el altar, cada uno declaraba que su voto lo daba a «aquel que, según Dios» consideraba, debía ser el elegido. Luego se incorporaba, ponía su ficha doblada en el plato de plata que hay sobre el altar, la introducía en la urna y regresaba a su sitio».

También contó que durante las reuniones, un grupo de cardenales europeos empezaron a hacerle preguntas sobre Latinoamérica y sobre su vida. Una de las preguntas que le hicieron fue: ¿a usted le falta un pulmón? y él respondió: “no, me han quitado un lóbulo pulmonar porque tenía tres quistes” en 1957.

“Estas maniobras de última hora”, dijo el cardenal, y se marchó. Entonces empezó a entender que podía ser electo Papa. Su elección fue en el quinto escrutinio. El primero en acercarse a felicitarlo fue uno de sus compañeros con quien había estudiado en el seminario en Buenos Aires.

“Me dijo: no te olvides de los pobres”. Ahí fue cuando se le ocurrió el nombre que llevaría en el Pontificado.  El cardenal Re se acercó al cardenal Jorge Mario Bergoglio y le preguntó cómo quería llamarse. “Me llamaré Francisco», respondió. «Y hubo otro aplauso”.

¿Qué pasó después de la elección de Francisco?

Curiosamente, en el año 2013, el cardenal Re, responsable de oficiar la misa funeral del Santo Padre este sábado, fue el encargado de las decisiones más importantes de Francisco.

El nuevo líder de la Iglesia Católica y nuevo jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano tiene que responder, antes de nada, a dos preguntas transcendentales y que marcaran una etapa. La primera, si acepta la elección canónica a Sumo Pontífice y, a la segunda, cómo se querrá llamar durante su papado.

Antes de nada, tiene lugar la vestimenta en la sacristía, a la que familiarmente los religiosos llaman ‘la habitación de las lágrimas’. Cada gesto está marcado en el protocolo, pero también el atuendo, aunque fue Francisco el primero en romper con los cánones, saltándose las normas hasta ahora establecidas.

«Tenía en un dedo el anillo de cardenal y me lo quité, pero en el bolsillo guardaba el anillo de la ordenación episcopal, así que me lo puse. Querían darme y otro dije que no. Me propusieron una cruz hermosa, de oro, y dije: tengo la de alpaca, la llevo desde hace veinte años», ha desvelado, señalando que también rechazó la muceta de terciopelo y el roquete de lino.

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