Argentina sumida en una de sus peores crisis

Al dormitorio de la humilde vivienda de Natividad Benítez, en la barriada 1-11-14 de Buenos Aires, no llega la luz del sol y la cuarentena se hace interminable para ella y sus seis hijos.

En este espacio sin ventana donde las camas se juntan unas con otras y no se puede circular.

Días atrás uno de sus pequeños hijos saltaba sobre un colchón mientras otro acercaba la cara a la pantalla de un viejo televisor encendido.

La hermana mayor mecía al bebé de cinco meses y la más chica dormía, ajena al ruido.

Benítez, una paraguaya que vive en Argentina desde hace 16 años, obtiene el equivalente a 133 dólares al mes por trabajar en la parroquia local.

Dos terceras partes se van en pagar el alquiler de su precaria vivienda, en la que no hay mesa, sillas ni estufa.

Ella y sus seis hijos sufren una de las situaciones más acuciantes en sus vidas tras la irrupción de la pandemia del nuevo coronavirus, que ha puesto a Argentina frente a un enorme desafío económico y social.

El Covid-19 golpea la visión económica

El COVID-19 irrumpió en medio de una crisis preexistente y a pocos meses de la llegada al poder de Alberto Fernández.

Sin embargo, su promesa de ayudar a los más necesitados se ve amenazada por la situación actual que, según varios analistas, apunta a hundir al país en una de las peores crisis.

Crisis casi como la vivida en 2001, y sin visión económica lo dejará con escaso margen para que su gobierno atienda a quienes más lo necesitan, como Benítez.

La ayuda de la comunidad

Para alimentar a sus hijos, esta mujer depende de la comida que cada día le ofrecen en uno de los seis comedores que el sacerdote Juan Isasmendi abrió en la villa 1-11-14 para asistir a un número creciente de vecinos asfixiados por la crisis.

“Sin la ayuda del padre no sé qué sería de mí”, dijo a The Associated Press la mujer de 32 años y quien también colabora en el comedor sirviendo desayunos.

“Es imposible salir a buscar trabajo en esta situación de aislamiento y muchos que se quedaron sin nada buscan un plato de comida”.

Frente a la imposibilidad de que el gobierno cubra todas las necesidades, los comedores populares como los que dirige el sacerdote Isasmendi se han vuelto vitales para innumerables personas.

Desde que esos seis centros abrieron en la villa, luego de que el 20 de marzo comenzó la cuarentena, pasaron de servir 350 raciones diarias a 7.000.

Benítez dice que no recibe ninguna ayuda estatal porque carece de documento como residente, aunque sus hijos son argentinos, y a pesar de inició los trámites para obtenerlos, todo se paralizó por la pandemia.

La visión económica

Algunos economistas han advertido que una vez que la cuarentena se levante, será difícil lograr un rebote de la economía y pronosticaron que salir de la crisis será más difícil que luego de la crisis de 2001.

Son un obstáculo los problemas estructurales como una inflación de más de 50% en 2019, un abultado déficit fiscal.

Además, una economía no registrada de 40%, una deuda millonaria impaga y las dificultades para obtener financiamiento externo.

El Banco Mundial prevé que la actividad se contraerá 7,3% este año, una de las peores recesiones junto a las de Brasil y México. Pero economistas privados calculan que la caída llegará a 9,5%.

Algunos analistas anticipan que por la pandemia la pobreza se elevará del 35,5% al 45% de la población.

Y según UNICEF, se ensañará con los niños, ya que del 53% de pobreza infantil registrada en 2019 se pasaría a 58,6% a fin de este año.

El presidente palpa la angustia social

“¿Alguien seriamente piensa que el sueño que yo tuve es una economía paralizada por una cuarentena? Quiero un país que produzca, que esté de pie”, dijo días atrás.

El mandatario afirmó que el Estado destinó 2,6% del Producto Interno Bruto a la atención de los sectores sociales afectados.

Algunas de esas ayudas, en la visión económica, suponen 10.000 pesos (133 dólares) mensuales para trabajadores autónomos e informales.

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Paradójicamente, el país que es uno de los mayores productores de alimentos, sufre además una creciente emergencia alimentaria.