Andrés Gómez, a 30 años de la hazaña de Roland Garros

Son treinta años desde que el tenista ecuatoriano Andrés Gómez hizo vibrar al país con una hazaña que quedó para la historia. Era el 10 de junio de 1990 cuando el título del Roland Garros se vistió de amarillo, azul y rojo.

En una extensa entrevista, el Comité Olímpico Ecuatoriano, del cual actualmente Gómez forma parte, recuerda el triunfo del tenista en el Grand Slam francés.

“El Zurdo de Oro”, hoy forma parte de la Comisión de Atletas del Comité Olímpico Ecuatoriano. Con 21 títulos individuales y 33 en dobles, Gómez forjó una carrera formidable, alcanzando el Top 4 del ranking ATP.

Entre sus máximos logros también destacan los títulos de dobles en el US Open de 1986 (con Slobodan Zivojinovic), y el Roland Garros de 1988 (con Emilio Sánchez).

ASÍ SE FORJÓ LA HAZAÑA

“Roland Garros no se limita a las dos semanas de juego”, dice Andrés. “Sino al trabajo de 10 años antes, hubo que hacer enmiendas, dejar de hacer cosas, hacer otras cosas nuevas, hubo que intentar, caerse y levantarse…”.

En 1984 alcanzó tres cuartos de final de Grand Slam (Roland Garros, Wimbledon y el US Open), pero un año antes de la histórica hazaña, avanzó solo hasta segunda ronda del torneo de arcilla.

“Tenía muchos años que iba yendo y sentía que ese año podía ser el torneo. Se bajaba la cabeza un poco un tiempo, y de nuevo se volvía a salir con fuerza. Un año antes que comenzamos a preparar el Roland Garros 89, que perdí, el Pato (Patricio) Rodríguez (entrenador chileno) comenzó a trabajar conmigo, yo había trabajado con Colon Núñez hasta fines del 88… Cuando hablo con el Pato comenzamos a programar y hablar cuáles eran mis aspiraciones y qué quería, y nos pusimos como meta Roland Garros”, cuenta.

“Me ayudó a cimentar el juego que venía teniendo los últimos tres meses desde que llegué a Europa en la temporada de tierra”, comenta Gómez.

“En cuartos de final me tocó enfrentar a un francés, sabía que la gente iba a estar complicada, que había que ir con mucha paciencia», afirma.

En este sentido cree que aguantó la presión, apagó al público y pudo salir con más tranquilidad.

La semifinal fue un partido que jugué muy bien ante un gran rival como Thomas Muster, estuve impecable ese día, pocos errores, de esa manera ya quedé listo para el partido final…”.

Su oponente era Andre Agassi, un joven tenista estadounidense de 20 años, que venía posicionando su nombre a nivel internacional. Ambos se habían enfrentado cuatro veces con victorias divididas, dos para cada uno.

“La sensación que tenía era buena, era un tipo que jugaba bien, yo tenía mis opciones también, si hacia las cosas como las venía haciendo, el partido podía caer de virada, y de hecho fue así, los momentos en que pude haber caído en problemas, el saque funcionó, me sacó de problemas y me dio la oportunidad de mantenerme adelante casi todo el partido, tomé la iniciativa, no dejarlo que él tome el control de los puntos, la táctica era mantener la mayor cantidad de tiempo posible y al final se dio el resultado que se dio”.

Cuatro sets y a festejar

6-3, 2-6, 6-4, 6-4 terminaron los sets. El ecuatoriano levantó los brazos en señal de victoria en medio de la ovación del público. Sabía que el triunfo no era solo suyo, sino de un equipo que venía apoyándolo y de todo un país que lo miraba desde lejos.

“Lo primero es dar gracias a toda gente que había estado atrás mío, a mi familia, el Guayaquil Tenis Club, gente que siempre estuvo aportando para ayudar». Cuando tenía 15 años me apoyaron para viajar, otros me ayudaban con raquetas, viajes de entrenamiento, no es una cosa de una sola persona».

Gómez no solo pasó a la historia del tenis, sino de todo el deporte nacional. “Fui el primer ecuatoriano”, destaca al señalar que tras su logró llegaron otras dos grandes hazañas en un tramo de 12 años: La primera medalla de oro Olímpica alcanzada por Jefferson Pérez en 1996; y la primera clasificación a un Mundial de fútbol Japón-Corea 2002.