Pilar Fierro acudió este viernes a las excavaciones iniciadas por la fiscalía de Perú en una quebrada cerca de Lima con la esperanza de hallar al menos «un pedazo» de su hija universitaria, desaparecida hace 30 años por un escuadrón militar.
«Ojalá que Dios quiera que podamos encontrar un pedazo de mi hija», dice a la AFP esta mujer de 70 años, cuya hija Dora Oyague es una de las 10 víctimas de la masacre de La Cantuta; un emblemático caso por el que fue condenado el expresidente Alberto Fujimori.
«A mi hija la perdí a los 21 años, por los malos militares que la secuestraron y como madre me siento mal. Estoy buscando a mi hija con bastante dolor a ver si encontramos parte ella», agrega sollozando la mujer, quien lleva colgada una foto de Dora en su casaca azul marino.
Fiscalía inició la búsqueda
Un equipo forense de la fiscalía inició el lunes las excavaciones en la desértica quebrada Chavilca en Cieneguilla, al este de Lima; en busca de los restos de cinco estudiantes que todavía siguen desaparecidos.
El 18 de julio de 1992, militares del destacamento «Colina» ingresaron a la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle «La Cantuta»; donde detuvieron a nueve estudiantes y a un profesor sospechosos de ser guerrilleros. Los trasladaron a una carretera, donde los asesinaron y quemaron sus cuerpos con combustibles.
Una decena de familiares de las víctimas, entre ellos Pilar Fierro, hicieron este viernes en la quebrada un ritual tradicional para rogar a la Pachamama (madre tierra) que devuelva los restos de sus seres queridos.
En la falda de un cerro y sobre una colorida manta andina colocaron flores, agua, zampoñas, dulces, velas y chullos (gorros de lana con orejeras).
«A la Pachamama le pedimos que nos pueda devolver los restos de nuestros familiares», dice Carmen Amaro, de 49 años, hermana del estudiante Armando Amaro Cóndor, que tenía 25 años.
«Duelo permanente»
Esos hechos fueron de conocimiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que en noviembre del 2006 emitió sentencia en el caso. Determinando la responsabilidad del Estado peruano por la violación de los derechos contenidos en la Convención Americana en agravio del profesor y los nueve estudiantes.
«Albergamos la esperanza de que esta diligencia tenga resultados fructíferos y poder encontrar a las cinco víctimas para darles una sepultura con dignidad», dice Amaro.
«Llevamos un duelo permanente, un duelo será cerrado cuando encontremos a mi hermano o los restos de él», agrega.
En el área de las excavaciones, de unos 150 metros de largo por 50 de ancho, trabaja una decena de operarios con palas y una máquina retroexcavadora. Deben remover una capa de unos 10 metros de tierra bajo la cual estarían unas fosas con restos humanos.
«Lo que estamos realizando es un conjunto de excavaciones en la zona para tratar de ubicar el lugar donde fueron enterrados esos restos humanos en esa época», explica el arqueólogo forense Flavio Estrada, de la fiscalía peruana.
«La información que obra en los expedientes es que se usó varios tipos de combustibles para hacer la cremación de este caso», agrega.
Las excavaciones se prologarán hasta el 22 de junio, según la fiscalía. Iban a iniciarse en 2020, pero fueron postergadas por la pandemia de covid-19.
«La indagación está dirigida a que encontremos a estos ciudadanos que se encuentran pendientes su hallazgo», indica a la AFP el fiscal Rubén Anicama, que supervisa las excavaciones.