Miles de personas participaron pacíficamente en Alemania en una veintena de ciudades en manifestaciones para protestar contra el racismo.
La muerte del afroamericano George Floyd en Mineápolis, EE.UU. congregó a unas 15.000 personas en Alexanderplatz de Berlín. Según la policía, la protesta inicialmente había convocado a 1.500 personas.
Las fuerza de seguridad de Hamburgo cifraron el número de participantes en 14.000; en Fráncfort, Múnich y Dresde, en 8.000, 7.000 y 4.000, respectivamente.
En Düsseldorf, otra ciudad de Alemania, se congregaron unas mil personas. Los manifestantes guardaron 8 minutos y 46 segundos de silencio, tiempo que el policía acusado de asesinato mantuvo su rodilla contra el cuello de Floyd.
Los organizadores de las manifestaciones habían llamado a los participantes a acudir vestidos de negro y a protestar en silencio contra el racismo y la violencia policial bajo el lema «Black Lives Matter» (Las vidas negras importan).
CONSTERNACIÓN DEL GOBIERNO ALEMÁN Y APOYO A PROTESTAS PACÍFICAS
En una entrevista en la cadena de la televisión ZDF, la canciller alemana, Angela Merkel, calificó de «muy, muy terrible» el «asesinato» de Floyd.
«El racismo es algo horrible y la sociedad en Estados Unidos está muy polarizada», agregó. De igual manera, expresó su esperanza de que los ciudadanos sean capaces de llevar adelante «manifestaciones pacíficas» y que se logre «apaciguar» el país.
El ministro de Exteriores, Heiko Maas, se pronunció en la misma línea sobre la muerte de Floyd como un hecho «terrible y estremecedor». Consideró comprensibles y legítimas las protestas pacíficas, de las que deseó que no «sigan ensombreciéndose por el caos y la violencia».
Merkel lamentó, además, que «el racismo ha existido siempre», también en Alemania.
En la misma línea se había pronunciado el ministro del Interior, Horst Seehofer, que en declaraciones al diario «Tagesspiegel» calificó la ley de «locura en su esencia», expresó su apoyo a la policía y rechazó ponerla bajo sospecha generalizada.