Cientos de misiones espaciales, entre fallidas y exitosas, han dejado toneladas de objetos catalogados como basura, en el espacio en los últimos 65 años. Aunque las cifras contemplan más de 10.000 residuos en la órbita de la tierra, organizaciones internacionales estiman que este número puede fácilmente llegar a los 50 000 residuos que no solo son desechos, sino también un peligro para futuras misiones.
Por esto, la Agencia Espacial Europea (ESA) busca establecer una política de «cero basura espacial” en sus misiones. La propuesta, que será presentada a los ministros de las 22 naciones pertenecientes a la ESA en noviembre, plantea medidas urgentes para prevenir la calamidad orbital.
«Estamos imponiendo en las misiones de ESA una fiabilidad del 90% en la limpieza de la órbita” al terminar sus trabajos, comentó este lunes el director de operaciones de la ESA, Rolf Densin. Sobre el 10% restante de la limpieza el funcionario aclaró que habrá que organizar otra para recoger los restos.
Esa idea se une al proyecto global para un desarrollo sostenible de la exsxploración espacial, que incluye la reutilización de naves y componentes que se quieren reparar y poner de nuevo en funcionamiento en el espacio. «La sostenibilidad en la Tierra es tan importante como la sostenibilidad en el espacio», apuntó Densing.
No más basura espacial
La conversación acerca de la basura espacial lleva años y en esta también entró la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC, por sus siglas en inglés). El pasado 8 de septiembre, la entidad anunció su nueva propuesta para exigir a los operadores que retiren los satélites de la órbita dentro de los cinco años siguientes al final de su propósito en órbita.
Actualmente, este límite fijado para la limpieza es de 25 años. Sin embargo, expertos han considerado que el plazo no aborda adecuadamente el problema. Incluso aumenta innecesariamente el riesgo de colisiones que generan desechos y exacerban aún más la amenaza de la basura espacial.
Un ejemplo de colisión son basura espacial ya se evidencio en 2009, cuando un choque entre un satélite de comunicaciones Iridium activo y el satélite ruso Cosmos 2251, muerto hace mucho tiempo, creó casi 2.000 piezas de basura espacial. La mayoría todavía se encuentra en la órbita nuestro planeta.
Con información de | DW/Scientific American